La negativa del PP a condenar las leyes homófobas de Orbán sólo puede interpretarse como una decisión estratégica. Cabía esperar que los populares adoptaran un perfil más centrista para ocupar el espacio desalojado por Cs. Pero probablemente tengan razones para creer que la batalla por la mayoría no se librará en el centro sino a su derecha. No les faltan razones: en las últimas elecciones generales, Pedro Sánchez erró pensando que atraería al PSOE los votos que perdía Rivera, pues según los estudios poselectorales la mayor parte de esos votantes se fueron a Vox. Algo que inclina a pensar que la disputa por los restos del naufragio naranja se dilucidará también en el espacio electoral ocupado ahora por Abascal. Además, Casado intentará, situado en el mismo extremo ideológico, empujar a Vox al vacío. Confía, por otra parte, en que las decisiones del gobierno en materia territorial y de ampliación derechos le facilitarán llevar al límite su estrategia de deslegitimación y satanización del PSOE. Esperando que su radicalización le permita recuperar la confianza de sus exvotantes que migraron a Vox.

Pedro Sánchez felicitaba el pasado sábado, en su Comité Federal, al PSOE por su valentía en la decisión de los indultos. Un gesto de modestia ya que el mérito es solo suyo y de su gobierno de coalición. Una decisión que corresponde en exclusiva al ejecutivo y que el partido tiene que apoyar, ya sea por convicción o por responsabilidad. Lo contrario sería sumamente desestabilizador, especialmente, cuando el habitual tono hiperbólico de las derechas empieza a adquirir formas más propias del golpismo. No estoy muy convencido de que sea una cuestión de valentía: los indultos permitirán rebajar la tensión y, a medio plazo, pueden servir para restar apoyos al secesionismo. Probablemente la única forma de volver a normalizar la política catalana. Aunque también una buena razón para pensar que el independentismo prefiera tener en frente a un gobierno PP-Vox, que a una izquierda dialogante. Que el ejecutivo tenga sus buenas razones para los indultos no significa que, al menos a corto plazo, no perjudique las posibilidades de crecimiento del voto socialista por el centro. Algo que permite a Casado centrarse en disputar a Vox la hegemonía en la guerra cultural que libra el extremismo de derechas. El apoyo a Orbán es parte del camino, en una estrategia basada en el incremente exponencial de la polarización, la crsipación y la división.

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