Debates internos

Los debates de los partidos, en este caso el del PSOE andaluz, son elementos naturales de la política

Bastante tiempo ha tardado el PSOE de Andalucía en entrar en ebullición. La parálisis que causó la sorprendente perdida del Gobierno de la Junta y la posterior crisis social y sanitaria motivada por la pandemia han retrasado lo que parecía una inevitable reflexión sobre la necesidad de modificar las estructuras y el mensaje de esta organización. Ante esta situación siempre habrá quien clame por la unidad interna como mejor y única solución a todos los problemas y critique por perjudicial y esterilizarte cualquier debate orgánico que, dicen, no interesa a la opinión pública y aleja a los votantes. Pero la verdad es que los partidos políticos hace tiempo que dejaron de ser esas estructuras cerradas, casi secretas, cuyo funcionamiento se basaba en la disciplina y la obediencia y que condenaban al ostracismo cualquier desviación que supusiera discrepancia publica con las directrices emanadas de los órganos directivos. En la actualidad (y eso hay que apuntarlo en el haber de la madurez política) la articulación de estas formaciones descansan fundamentalmente en la cohesión ideológica y estratégica y en la transparencia de sus actuaciones y comportamientos.

Por eso hay que dejar de calificar como negativos los debates que surgen en el seno de los grupos políticos y que en el fondo son muestra de su vitalidad. A la opinión pública no se le debe ocultar los diversos planteamientos que en el seno de una organización existen y cuáles son los fundamentos y causas de sus divergencias.

Por tanto, los debates internos de los partidos, en este caso el del PSOE de Andalucía, han de considerarse elementos naturales de la actividad política a la que ciudadanos y líderes deben prestarle atención, sin ocultamiento ni crítica. Claro que para que esta situación sea positiva se requiere que la discusión tenga el suficiente contenido político como para interesar a la sociedad y no se limite a una mera disputa de intereses personales. Y, por otra parte, para que los debates internos formen parte de la normalidad política se necesita que su resolución final sea adoptada de forma democrática y transparente, mediante acuerdos públicos o elecciones primarias. Si estos elementos se cumplen, solo queda darle la bienvenida a la situación que emerge dentro de la organización socialista. Peor sería que el conformismo o el secretismo hubiera sido la respuesta a la actual situación.

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