Siempre me extrañó que el ente público Puertos del Estado tuviera su sede en Madrid. Nada hubiera mermado su operatividad y eficiencia, y tendría más sentido, si hubiera estado ubicada en Barcelona, en Valencia o en otra capital portuaria. Por eso cuando se plantea descentralizar algunas instituciones del Estado no se pretende desmembrar el gobierno, como en algún momento planteó el PP aquí en Andalucía pretendiendo que la consejería de Turismo tuviera sede en Málaga, (cosa que olvidó al día siguiente de llegar al gobierno), sino analizar si algunos organismos autónomos, empresas públicas o institutos oficiales actuales y futuros pueden y deben tener una localización que no sea obligatoriamente Madrid. Es desde luego un proyecto de ejecución a largo plazo, no pensando para las próximas elecciones sino de más amplio recorrido, que intentaría, sin merma de la operatividad y eficacia, acercar físicamente algunas instituciones del Estado a diversas ciudades y regiones de España buscando un equilibrio territorial hasta ahora injustificadamente inexistente.

Como era de esperar al ser una propuesta gubernamental ha faltado tiempo para que la presidenta de la Comunidad de Madrid haya expresado su más rotunda oposición y haya desplegado toda su vehemencia contra el presidente del gobierno. En ese alarde de localismo desmedido al que nos tiene acostumbrados ( no olviden: Madrid es España dentro de España) ha llegado a denunciar que esa idea "destroza Madrid que es destrozar España". No cabe más centralismo miope ni más arrogancia provinciana en esta frase que confunde Madrid con España y que entiende que solo lo que pase en la capital es trascendente, porque es el único y verdadero termómetro del país. El problema es que actitudes demagógicas de este tipo están ofreciendo al resto de españoles la imagen de un Madrid acaparador e insaciable que pretende tener la exclusiva en la representación oficial de España y que no está dispuesta a compartir esa privilegiada situación con ningún otro territorio del país. Además acusa a la anunciada propuesta de descentralización operativa, que no política, de pretender generar una corriente de opinión contra la comunidad que preside, cuando la realidad es que solo su actitud desafiante y desmedida de intentar mantener contra toda lógica la exclusividad de sede de todas las instituciones del Estado puede causar un daño a la imagen a la comunidad y reverdecer las viejas fobias centralista. Lo que nos faltaba.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios