Jarrones... escépticos

Reducir la negociación a una mera 'performance' es apuntarse a la corriente fácil del cuñadismo político

Cualquiera diría que toda la ingenuidad política se ha acumulado en los despachos de la Moncloa y zonas de influencia. La estrategia del diálogo como forma de intentar encauzar el problema catalán, entre otros muchos ataques, ha cosechado el exceso de candor por parte del gobierno que lo promueve. Vaticinar de antemano el fracaso de las negociaciones o la inutilidad del esfuerzo se ha convertido en una especie de extendido cuñadismo político al alcance de cualquiera que desde una impostada superioridad está dispuesto a criticar la ingenuidad del actual gabinete. Han quedado enterradas las manifestaciones que siempre se hicieron sobre la valoración del diálogo como la forma más democrática y racional de limar diferencias políticas por graves que estas sean. Ahora el diálogo con la Generalitat catalana se ha convertido en un exponente de inocencia e infantilismo, cuando no de inadmisible traición. Aunque se haya reconocido de antemano el riesgo de estas conversaciones y la dificultad y complicación de las mismas, da la impresión de que un sector de la opinión política está deseando ver el fracaso de este intento de negociación para poder proclamar: "Ya lo había dicho yo" y sentir así la satisfacción del que, ante el fracaso de los demás, se siente superior.

Lo lastimoso es que de este comportamiento superficial y ventajista, y de acuerdo con recientes declaraciones, participan destacados dirigentes históricos de la política española de los que razonablemente habría que esperar análisis más ponderados y, por supuesto, algo más profundos. Extraña esta descalificación radical de las actuales negociaciones por parte de dirigentes políticos que en otro tiempo, de forma acertada, se sentaron con la organización terrorista ETA, cuando aún extorsionaba y asesinaba, en busca de un acuerdo que mejorara la situación. Relegar las actuales conversaciones a un exclusivo interés antropológico, o reducir la negociación a una mera performance es apuntarse a la corriente fácil del cuñadismo político. Y no es que los viejos jarrones chinos debieran permanecer en silencio en esta complicada situación; todo lo contrario. De su conocimiento, experiencia y autoridad moral, que todavía mantienen, se espera un análisis más profundo de la situación, con propuestas de soluciones realistas y viables y desde luego, algo más que las reflexiones frívolas y superficiales cargadas de tópicos o comparaciones supuestamente ingeniosas que nos han brindado. Una pena.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios