Ayer celebramos el 1º de mayo con las previsiones gubernamentales que prevén, para este año, una caída del PIB de casi un 10% y la pérdida de dos millones de empleos. Estas y otras calamidades, que vamos conociendo según aparecen datos y previsiones económicas, dan cuenta de la extraordinaria magnitud de la decisión de confinar a la población para frenar la incontrolada expansión del virus. Nunca ningún gobierno se había tenido que enfrentar, en tiempos de paz, a una decisión de tal naturaleza. Algo que, por el tono del debate, parece que pretendamos banalizar. Puestas en marcha las drásticas medidas, las posteriores consecuencias eran perfectamente previsibles. Por mucho que las recibamos mediante un inquietante goteo, las noticias sólo hablan de lo que inevitablemente tenía que suceder. La cuestión es si el Gobierno tenía otra alternativa y cuál es su responsabilidad en la tragedia: dependiendo de qué periódico leas, qué emisora oigas o a quién le preguntes, puede oscilar entre el cero y el infinito. Pero lo cierto es que, siguiendo los recientes debates parlamentarios, las comparecencias en la comisión de sanidad -donde se supone que están los expertos de cada grupo parlamentario- y los argumentos utilizados por la oposición, no hay ninguna razón objetiva para pensar que todo sería mejor si los papeles, de unos y de otros, estuviesen cambiados. Me atrevería a afirmar que, a la vista de lo que hay, no estemos en las peores manos posibles. Lo único evidente es que la oposición ha visto en la pandemia una oportunidad inmejorable para acabar con el gobierno, con un estado de ansiedad que expresa con su estentórea semántica guerracivilista.

Pero si comprometida fue la decisión del confinamiento, no lo es menos la propuesta para la desescalada. El gobierno la ha presentado de forma unilateral. Que sea su obligación no justifica que no haya hecho lo más aconsejable: dialogar con la oposición y con los sectores implicados. Como era previsible, el resultado es que nadie está de acuerdo. Para Casado es un Sudoku que nadie entiende -no debería generalizar, que él no lo entienda no es significativo-. El desacuerdo del PP le ha llevado a advertir al gobierno que no apoyará una nueva ampliación del Estado de Alarma. Esperemos no llegar a lo del parlamento de Michigan, donde manifestantes armados han entrado para impedir la ampliación del confinamiento solicitada por la gobernadora demócrata.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios