Por tercera vez nuestro TC ha fallado a favor de un recurso de VOX sobre decisiones adoptadas por el gobierno, con el respaldo del parlamento, para contener la pandemia. Tranquiliza saber cómo la, para entendernos, mayoría conservadora del Constitucional y Vox velan por nuestras libertades, incluso más que por nuestras vidas. En el caso del partido de Abascal es doblemente meritorio ya que armoniza su papel de custodio de nuestras libertades, con el fervoroso culto a Franco y la difusión de la nostalgia por la dictadura. Unos y otros estarían muy a gusto en Brasil, donde ha sido acusado el presidente Bolsonaro -hermano ideológico de Vox- por una comisión del Senado de crímenes contra la humanidad, por las más de 600.000 muertes causadas por negarse a adoptar las necesarias medidas sanitarias -recomendadas por la OMS y todos los epidemiólogos del mundo- para frenar la pandemia. A juicio de la mayoría conservadora del TC, parece que dichas recomendaciones no tienen encaje en nuestra Constitución o, dicho de otra forma, no se pueden aplicar en nuestro país sin caer en inconstitucionalidad. Algo que, por fortuna para el resto de los gobiernos del mundo, solo ocurre en España; donde algunos magistrados de nuestro Constitucional parecen estar más bajo la influencia intelectual de Ayn Rand que de la de Kelsen. Lo único verdaderamente inconstitucional ha sido la Covid 19, una pandemia que se ha extendido con rapidez por todo el mundo causando cinco millones de muertos y que difícilmente nuestros constituyentes habrían podido prever, por su singularidad casuística.

Lo bueno es que la defensa numantina que Vox y la mayoría conservadora del TC han hecho de nuestras libertades en tiempos de pandemia, incluyendo la de contagiar el virus de la Covid, deberíamos entenderlo, desde el punto de vista progresista, como un buen presagio. Cuando esos magistrados de ideas tan libertarias tengan que decidir sobre la constitucionalidad de leyes que, como las del aborto o la eutanasia, han venido a ampliar nuestros derechos y libertades. Sólo cabe pensar que, dado el carácter de sus mencionadas sentencias, en su indeclinable lucha por nuestras libertades defenderán con el mismo ardor la libertad de la mujer a interrumpir un embarazo no deseado o el derecho a evitar sufrimientos innecesarios ante la muerte, ratificando la constitucionalidad de tan importantes leyes. Sin olvidar su amplio respaldo social.

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