Tripartito sin complejos

Olvidan sus principios y están dispuestos a abrirle la puerta al adoctrinamiento de dudoso contenido democrático

En política, la claridad es digna de agradecimiento y, en la tramitación de los presupuestos de la Junta de Andalucía, al menos este año, todo ha quedado perfectamente diáfano. Se ha evitado la ceremonia de la confusión a la que fue sometida la ciudadanía para intentar ocultar acuerdos y coincidencias buscando fórmulas retorcidas de pactar sin ser vistos y sin reconocer la existencia de un entendimiento político evidente. Esta vez el tripartito se ha mostrado explícito y sin complejos. Ni siquiera se valió de los artificios de negociaciones, amagos de ruptura o anuncios de enmiendas a la totalidad con las que se trató de disimular en los presupuestos anteriores. Ahora la coincidencia ha sido rápida y evidente. El tripartito, hay que reconocerlo, goza de excelente a salud. Y aquí termina el agradecimiento. Porque si descendemos a las aportaciones que el grupo parlamentario de Vox ha hecho a la ley presupuestaria estamos ante la utilización del dinero público para usarlo descaradamente en adoctrinamiento político partidario. De nuevo, las obsesiones sobre el feminismo, los inmigrantes y las recias tradiciones españolas ocupan un lugar estelar en las conquistas presupuestarias de Vox.

Pero el principal problema no es que este partido de extrema derecha insista una y otra vez con ocultar la violencia de género o fomentar una reacción social contra los inmigrantes o reconstruir las tradiciones hispanas imperiales; la gravedad de la cuestión es la facilidad y el agrado con el que el PP y C's hacen un hueco en sus cuentas anuales a estas trasnochadas pretensiones. Sin el más mínimo complejo ni la más mínima cautela, estos partidos, que teóricamente pertenecían al mapa político de la derecha democrática europea, olvidan sus principios y están dispuestos a abrirle la puerta al adoctrinamiento político de dudoso contenido democrático. Cuando la Europa política se preocupó por los pactos entre liberales y conservadores españoles y el populismo radical de derechas ya se temían que esta colonización ideológica podría suceder. Y está sucediendo. Lo más grave de este panorama es que, por cuestión de calendario político, Andalucía es la precursora de esa nueva alianza de la derecha española y que a partir de aquí todo se considerará terreno conquistado y las formas, maneras y pactos que se implantan en Andalucía pronto serán moneda corriente en otras comunidades, sin necesidad de afrontar mayores desgastes ni de dar más explicaciones. Es cuestión de esperar.

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