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El verano es la época más especial del año, el último reducto de humanización en un mundo deshumanizado

El verano es la época más especial del año, el último reducto de humanización en un mundo completamente deshumanizado. De pronto los periódicos se llenan de artículos del tipo 10 libros que leer este verano, 10 lugares donde relajarte, 10 puestas de Sol imprescindibles, Los 10 mejores conciertos. Después de unos larguísimos diez meses en los que leer, ir a un concierto o relajarte con los amigos no es algo que se considere una necesidad para un ser humano, de repente todo nos empuja a disfrutar del tiempo para nosotros, a deleitarnos con la vida. Incluso a caer en el más terrible pecado en nuestra sociedad, la improductividad. Y no encontrará artículos que digan "Los mejores 10 libros para el mes de noviembre" o "Diez lugares donde relajarse en octubre", porque en noviembre o en octubre no somos personas, somos unidades de producción. Debemos llevar una vida deshumanizada, centrada en el trabajo y en el esfuerzo, donde cultivarse o disfrutar es algo que no solo no se estimula, sino que está mal visto. "Poeta y vago", firmaba Bolaño en su tarjeta, de forma absolutamente transgresora, porque este mundo no está pensado para el gozo, salvo, eso sí, esos quince raquíticos días entre julio y agosto. Es usted libre unos días, amigo, lea un libro y diviértase un poco. Es como una pequeña libertad condicional en nuestra apreciadísima cadena perpetua.

"La verdadera profesión del hombre es encontrar el camino hacia si mismo", proclamaba Herman Hesse, en un libro para el invierno. "No eres tu trabajo, no eres el dinero que ganas, no eres el coche que conduces", decía también Tyler Durden, en otro libro muy abrigado. Pero entonces, ¿qué somos? Y es que no da tiempo a averiguarlo en solo quince días, sobre todo si además vamos de viaje, otro producto estrella del verano. Tiene usted que ir a alguna parte, amigo, ¡está de vacaciones! Y no deja de ser curioso que la única época del año en que puedes elegir dónde quieres estar, nadie elija estar donde está. Salga pitando, no se arriesgue a encontrarse consigo mismo. "Trabajadores del mundo, uníos, no tenéis nada que perder excepto vuestras cadenas", decía Karl Marx, en otro libro que tampoco frecuenta las listas del verano. No sea que a algún loco le de por pensar qué hemos venido a hacer a este mundo, y qué es lo que de verdad importa.

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