Postales desde el filo

Sobre la libertad

El Parlamento aprobó la toma en consideración de la proposición de ley para regular la eutanasia

El Parlamento aprobó la toma en consideración de la proposición de ley para regular la eutanasia en España. "Quien quiera vivir que viva, pero a los demás que nos dejen morir dignamente", son palabras de un enfermo de ELA, que tuvo que viajar a Suiza para poner fin a su vida, con las que se abrió el debate. Pero también podrían haber empezado el debate sobre la eutanasia, aunque parezca paradójico, diciendo: hablemos de la vida y de las cosas que realmente importan. Después de varios intentos, ahora parece que será posible regular legalmente su práctica, hay una mayoría parlamentaria que refleja el amplio consenso social que existe al respecto. Claro que es un asunto delicado, desde distintos puntos de vista, pero sólo deberíamos contemplarlo a partir de nuestra propia autonomía moral. Se han dicho muchas cosas al respecto, desde Wittgenstein, que afirmaba que la muerte no es un evento de la vida: "no llegamos a vivir la experiencia de la muerte", al surrealismo tautológico de la Sra. Ayuso "la muerte no es digna, es muerte". Dada su amplia difusión, me ahorraré repetir las barbaridades que dijeron los portavoces del PP y Vox en el debate parlamentario. Los que prometen bajadas masivas de impuestos, no quieren que el Estado meta la mano en nuestros bolsillos, pero exigen histéricos que la meta en nuestras conciencias. No quieren regular los mercados, pero sí la moral. La libertad negativa, principio rector del liberalismo, radica, según Isaiah Berlin, en la ausencia de coerción por otros en el ejercicio de nuestra libertad. No se me ocurre mejor ejemplo, de ese liberalismo, que el decidir, en las circunstancias determinadas por la ley, sobre nuestra propia vida. Es el ejercicio de un derecho que no coarta la libertad de nadie. Aunque todo esto resulte sofisticado para nuestra derecha a la que no hay que rascar mucho para que le salga el pelo del nacionalcatolicismo. Quien se sienta más obligado por la ley de su dios que por la de los hombres, actuará según sus preceptos, pero los que no tenemos tales creencias sólo queremos que nos dejen abandonar la vida con dignidad. Desde luego que es una cuestión delicada, pero si la despojamos de metafísica y lo analizamos a la luz de la razón y del sentido común, nos queda el hecho real de que nadie, con un mínimo de ética, de amor y compasión, pueda aceptar el sufrimiento innecesario de un ser querido cuando se enfrenta a la muerte.

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