La oposición impaciente

No cabe duda de que un desacuerdo europeo ponía al Ejecutivo español en serias dificultades

El que apuesta por la derrota total de su adversario y no lo consigue transforma el envite fallido en su propio fracaso. Por dos veces en lo que llevamos de legislatura, el PP ha intentado precipitar el desenlace político pretendiendo el hundimiento del Gobierno. Desde el principio, no ha optado por buscar un marco temporal razonable en el que ir construyendo su propio discurso, elaborando una estrategia solvente y reforzando su imagen de partido responsable y eficaz. Al parecer, cuatro años de legislatura le ha parecido al principal partido de la oposición una eternidad insoportable y ha tratado de acortar plazos. Sumido en una impaciencia inexplicable ha tratado de abortar el Gobierno de coalición votado por el Parlamento y buscar un desgobierno lo suficientemente pronunciado que obligara a la renuncia del actual Ejecutivo sin saber muy bien cuál podía ser la alternativa. Acortar la legislatura ha sido la meta de esta vehemente oposición que ha digerido muy mal el papel que las democracias parlamentarias tienen reservadas al partido que no consigue gobernar.

Primero fue el descarado intento de aprovechar la profunda crisis sanitaria de la pandemia para erosionar hasta tal punto el papel del gabinete que hicieran imposible articular una respuesta solvente y válida a la amenaza del coronavirus. Ciertamente, no estuvo lejos la posibilidad de encontrarnos con un consejo de ministros desautorizado por el Parlamento y paralizado en su gestión política, pero al final, no sin dificultades, sorteó ese envite y dejó a la oposición con un sentimiento de frustración.

La segunda trinchera en la que aguardaba el partido de Pablo Casado para saciar su impaciencia era sin duda el fracaso de las pretensiones de los países del sur en la cumbre europea sobre la reconstrucción económica. No cabe duda de que un desacuerdo europeo ponía al Ejecutivo español en serias dificultades y en la imposibilidad material de elaborar unos presupuestos acorde con sus pretensiones De ahí es actitud negativa, insolidaria, escéptica y crítica que el Partido Popular ha mantenido estos días mientras que el presidente del Gobierno y parte de la opinión pública deseaba que se culminara con éxito el encuentro europeo, Y así ha sido afortunadamente. Y ahora, consumado el segundo fracaso de su precipitada apuesta el dirigente popular, aunque en un alarde de transformismo político poco común trata de apuntarse al éxito, lleva en su rostro dibujado el rictus de la derrota.

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