El silencio no es moderación

La consecución de la presidencia de la Junta por Moreno fue una coyuntura electoral inesperada

La consecución de la presidencia del gobierno andaluz por parte de Juanma Moreno fue el resultado de una coyuntura electoral inesperada que le llevó a la máxima responsabilidad después de haber cosechado el peor resultado electoral de la historia de su partido. A partir de ahí, y quizás por ello, ha intentado situarse en un discreto terreno político en el que parece que su principal empeño es el de no destacar y el de pasar lo más inadvertido posible. Por esta posición de discreción a ultranza, de ausencia de gestos reconocibles ha llevado a algunos a calificarlo erróneamente de moderado. Cierto que no se ha señalado por declaraciones llamativas como su colega la presidenta de Madrid, ni ha descollado con decisiones conflictivas y ha rehuido cualquier polémica que pudiera significarlo; pero confundir el silencio, la ausencia de criterio o la falta de liderazgo con la moderación ideológica no deja de ser un error de bulto.

Para la refriega política, para la insidia y para propaganda descarada ya tiene a su fiel escudero Elías Bendodo, especialista en chapotear en charcos previamente condimentados. Y para la tan cacareada estabilidad parlamentaria desde el principio no dudó ni un segundo en abrazarse a Vox, al que ha distinguido durante estos años con concesiones de marcado sesgo ideológico.

En este limbo de falsa moderación, con cara y gesto de no haber roto un plato, pensaba culminar la legislatura, intentando pasar desapercibido y confundirse con el paisaje. Para la ingrata tarea de gobernar ya tenía a sus leales colaboradores que no tenían por qué mantener la ficción de moderados que a él le habían adjudicado. Pero esta estrategia ha venido a romperse a pocos metros de la orilla por mor de su ínclito vicepresidente, que tantas tardes de gloria nos ha deparado y que siempre confundió hacer política con hacer declaraciones.

Ahora sería el momento de que el presidente del gobierno ejerciera como tal y tratara de dar una salida al atolladero en que se encuentra. Tendría que desautorizar de forma radical la actuación de su vicepresidente y ofrecer al PSOE un sólido, transparente y público acuerdo que permita aprobar los presupuestos y salvar la legislatura, olvidándose de la mirada censora de Vox, su llamado socio natural. La otra salida sería resignarse ante la situación, no tomar decisión alguna y dejar que se extinga la legislatura. Eso sí, sin perder la compostura de hombre sereno y moderado que no habla por no molestar.

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