Diccionario de campaña

Un tobogán para la ciudad del paraíso… y un patinete

La tendencia mimética de la ciudad, con un alcalde siempre dispuesto a copiar cualquier iniciativa de su entorno, ya debe de tener el laboratorio de sus cabezas de huevo a pleno rendimiento

Tobogán. El éxito mediático del tobogán triunfal de Estepona es, sin duda, una inspiración para Málaga. La tendencia mimética de la ciudad, con un alcalde siempre dispuesto a copiar cualquier iniciativa de su entorno, ya debe de tener el laboratorio de sus cabezas de huevo a pleno rendimiento. ¿Cómo mejorar ese tobogán bárbaro? A esta hora, sobre la mesa del alcalde ya habrá un buen puñado de ideas. ¿El Tobogán Nazarí para descender de Gibralfaro? ¿El Tobogán de Boabdil para bajar desde la Torre del Homenaje en la Alcazaba al Parque? ¿El Tobogán Herrera Oria para bajar de la torre inconclusa de la Catedral? Claro que también habrá suscitado una serie de ideas complementarias. ¿Una tirolina para ir de La Manquita al Museo Picasso? ¿Un descenso en ala delta desde el Castillo al Muelle Uno? Claro que aquí las cosas no suelen ser tan sencillas. Una vez adoptado el tobogán, no tardaría, claro, en surgir un debate despiadado: ¿Tobogán en superficie o tobogán soterrado? ¿Con tuneladora o muro pantalla? El alcalde sería implacable; y antes o después denunciaría la deslealtad socialista con el tobogán, sin duda destinado a ser el mejor tobogán de la historia de no haber sido por la oposición. La cosa, como corresponde a Málaga, podría resolverse, aunque no de manera definitiva, hacia 2065.

Peatonalizar. Convertir calles con tráfico rodado en calles prohibidas para el tráfico rodado. Se considera una de las políticas del bien, en ese maniqueísmo que demoniza el coche, como agente del mal, por más que nadie esté dispuesto a ir andando o pedaleando a ninguna parte… Y además siempre es preferible que te atropelle un patinete o un segway, ya que aumenta la probabilidad de salvar la vida. Peatonalizar una calle, o varias, es lo primero que promete un candidato corto de programa. A poco que se le acerque un micrófono, éste ya exclama “¡peatonalizar…!” . Claro que existe el riesgo de que, con tanto peatonalizar, algún día los mandatarios no puedan llegar en su coche oficial hasta la inauguración de una calle peatonalizada, y en ese momento colapsará el sistema. Hasta ahí podíamos llegar.

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