Descorazona ver cómo la realidad no es capaz de alterar los discursos políticos. Desde que se aprobó la moción de censura contra el presidente Rajoy, tanto el PP, que se vió obligado a abandonar el gobierno, como C's, que sintió como se evaporaba su envidiable posición de alternativa, fraguaron una consistente argumentación que acusaba al partido socialista de mantener inconfesables y secretos pactos con los independentistas catalanes y con los que llamaban "amigos de ETA". Una vez construido ese argumento, solo quedaba repetirlo hasta la extenuación para conseguir que lo que era tan solo una hipótesis se convirtiera en una realidad incontestable. Y contra este discurso nada pudieron los hechos que se fueron sucediendo, con desacuerdos cada vez más acusados entre el nuevo gobierno y las fuerzas separatistas que llevaron a la imposibilidad de aprobar los presupuestos y a tener que convocar elecciones. El discurso teórico se mantuvo firme e inmutable, sin que la contundencia de la realidad lo modificaran un ápice. Ni la confrontación política ni la campaña electoral ni el desencuentro que ha imposibilitado el nombramiento de Iceta como presidente del Senado han hecho mella en esa teoría del pacto secreto, que se mantiene intacto, porque siempre surgirá una nueva teoría conspirativa, cada vez más alambicada, que tratará de demostrar la existencia oculta de un acuerdo fantasma, aunque aparentemente los hechos están demostrando lo contrario.

Esta nueva legislatura, nacida esta semana, parece mantener las mismas pautas y desde el primer día se buscan indicios, gestos, coincidencias o acciones para alimentar esta mantenida teoría del pacto secreto que intentará prevalecer sobre la realidad más evidente. Un saludo o una frase del presidente de gobierno, de los muchas frases y saludos de ese día, han sido suficientes para avivar la denuncia de traición y entreguismo. La propia presidenta del Parlamento, que no ha obtenido el apoyo de los grupos independentistas, no ha conseguido ni tan solo 100 minutos de tregua y esa misma mañana tuvo que oír acusaciones y críticas de connivencia o debilidad con los que quieren romper España. Nada de lo ocurrido estos dos meses, con unos expresivos resultados electorales incluidos, han servido para nada. Estamos de nuevo en la casilla de salida, con la repetición del mismo discurso y la amenaza de las mismas traiciones. No tardaremos en volver a oír que el presidente del gobierno sigue siendo un okupa. Al tiempo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios