Entrevista Sergi Vidal, ex jugador del Unicaja Baloncesto

"Me considero un ganador, no me conformé nunca"

  • Sergi Vidal vivirá su primera Copa del Rey como aficionado después de retirarse hace un par de meses. 

  • Estuvo en la noche negra de Málaga'14 y también en la final de Madrid'09

Sergi Vidal, en un entrenamiento con la selección española.

Sergi Vidal, en un entrenamiento con la selección española. / feb

En 2009 jugó el Unicaja su última final de Copa del Rey y ahí estaba Sergi Vidal, levantando su sexto título. Pocos jugadores ganaron más en febrero. Años después llegó a Málaga después de descollar en San Sebastián, pero, por muchas razones, no puedo trasladar al Carpena esa versión diferencial. Se retiró hace unos meses tras dos décadas en primera plana y ahora disfruta del baloncesto, pero desde otro prisma. El Baskonia le retiró la camiseta, lo que ayuda a calibrar cómo fue su carrera. El badalones, que estuvo en la noche negra de Málaga'14, habla con Málaga Hoy antes de su primer torneo como aficionado. 

¿Cómo le va la vida después del baloncesto?

Trabajando mucho, moviéndome mucho para arriba y para abajo. Sin parar, pero disfrutándolo. Sobre todo más que cambiar la mente, estoy haciendo cosas que no hacía antes. En mi caso la presión diaria de tener que dormir tus horas y tener que estar bien en cada entrenamiento y en cada partido pues cambia. Aunque trabajando esté haciendo más horas de las que podía echar antes, pero te lo marcas tú y es más adaptable a lo que necesitas. 

¿A qué dedica su tiempo ahora?

Tengo una empresa de frutos secos, delicatessen y frutas deshidratadas, dedicado un poco a la alimentación. Eso es algo que tengo ahí, pero sobre todo me dedico a dos empresas que monté en mi momento antes de retirarme. Una es de eventos deportivos, donde organizamos campus, torneos o pretemporadas, cualquier evento relacionado con el deporte. También estoy trabajando de agente deportivo, desde una visión un poco distinta a la que normalmente suele ser. 

¿Cómo es eso último?

Soy agente de jugadores, pero no sólo la vertiente de negociar los contratos, sino ayudar en todo basándome en la experiencia de los años. Ayudando no sólo a buscar nuevos destinos a los jugadores, sobre todo ayudándole entrenando con ellos, echándole una mano con los problemas que pueden ir surgiendo, hacer un poquito de la parte de coaching, estar pendientes de ellos... Me gusta hablar de una representación de 360 grados, donde todos los aspectos y necesidades que puede tener un jugador puedan estar cubiertas. 

¿Por qué se retiró ahora?

Un poquito la situación y las ganas de darle un impulso a estos proyectos. Antes los compaginaba con jugar al baloncesto, pero debido al crecimiento que han ido teniendo era el momento de dedicarme al 100% a ello. 

¿Cómo vivió estos meses entre Fuenlabrada y Manresa?

Intenté disfrutar al máximo sabiendo que tal vez serían las últimas semanas de baloncesto profesional. Sin ninguna necesidad de querer demostrar nada, sin jugar para ganarme otros contratos. Obviamente, en mi mente ya estaban otros planes. Sí desde el punto de vista de seguir disfrutando y ayudar al máximo. Quería aportar en el vestuario, en los entrenamientos y en los partidos, en cualquiera de los ámbitos en los que se puede sumar. Quería aportar mi experiencia y que ese granito de arena pudiera ayudar también en el futuro. Quería predicar con el ejemplo. 

Quería preguntarle sobre Francis Alonso, al que le está costando. 

Él por desgracia cuando estuve allí le coincidió que estaba tocado, una lesión que no acababa de recuperar. Siempre estuvo a medias y no he podido conocer en la pista su mejor versión. 

Si mira para atrás, ¿está orgulloso de su carrera?

Sí claro, sin ninguna duda. Me considero un ganador, no me conformé nunca. Siempre en mi adentro me hubiera gustado más, haber ganado más títulos, haber jugado más Final Four y un largo etcétera. Pero realmente estoy super orgulloso de mi carrera. Que quiera más no quiere decir que lo que he logrado durante estos 20 años no ha sido poco. 

¿Con qué momento se quedaría?

Es difícil en 20 años. En general estoy orgulloso de lo que fue mi carrera en general por mi manera de trabajar, por mi manera de ser. Lo he dejado con la tranquilidad de que siempre di el 100% y fui un jugador de equipo. Volver a cualquiera de los sitios donde he estado y siempre ser bien recibido para mí es uno de mis mayores orgullos. Es al final lo que he ido sembrando en este año. Con compañeros no podría quedarme con uno, pero me quedo con las amistades que el baloncesto me ha dado y que son para toda la vida. 

Ahora llega la Copa. ¿Lo jugó todo, realmente es tan especial?

La Copa, siempre lo he dicho, es divertidísima. En un torneo de un prestigio enorme, pero al mismo tiempo lo único que tienes que hacer para ganarla es llevarte la victoria en tres partidos. Esa facilidad es la complejidad que tiene. Un sólo error aunque seas mejor te manda para casa. Son sólo tres partidos para ganar un título, pero no te permite el más mínimo error. Es muy bonito. Y salir a la cancha y ver a ocho aficiones conviviendo, cada uno con los suyos y con sus colores, es espectacular. 

En 2014 jugó la de Málaga con el Unicaja. ¿Qué recuerdos tiene?

Evidentemente cuando empieza la Copa tienes muchísimas ilusiones, muchísimas ganas de que la cosa salga bien. En esta ocasión fue un partido malísimo, también teníamos algún problema de lesiones. Realmente no fue bien en ningún aspecto. Fue uno de los peores partidos de toda la temporada. 

Recuerdo que jugó de base por la lesión de Calloway. 

Teníamos problemas de lesiones y recuerdo que tuve que hacer de base, que obviamente es algo que he hecho en mi carrera en otros lugares, pero que no es mi posición natural. 

¿Cómo salió el equipo de ese momento?

Fueron días complicados porque cuando hay este tipo de situaciones hay más tensión y más nerviosismo, es algo que hay que aprender a llevar porque forma parte de lo que es ser un jugador de baloncesto profesional. 

Ahora vuelven a cruzarse el Unicaja y el Zaragoza. ¿Cómo ve el partido?

Complicado porque ser anfitrión es un arma de doble filo en la Copa, en muchas ocasiones hay exceso de motivación, nervios y presión. Si a eso le unes el grandísimo estado de forma que atraviesa el Zaragoza es un partido trampa para el Unicaja. Tiene muchas cosas a favor, pero a veces jugar en casa delante de tu público se te puede volver en contra si no eres capaz de gestionar bien tus emociones. 

Aunque juegues en casa, ¿hay diferencias no?

Sí. Juegas en tu casa, con tus canastas, pero tu grada no es la misma. Eso te da una sensación extraña. Hay aficionados de tu equipo, pero también de otras siete aficiones. Las sensaciones a veces cambian. La atmósfera que hay en la ciudad, la repercusión que tiene a nivel mediático, las redes sociales... todo cambia. Eso hace que cuando encares un partido de la Copa, aunque lo estés jugando en casa, es en casa entre comillas. 

¿Qué le está pareciendo el Unicaja?

Un poquito irregular a veces, con algún altibajo. Es lo normal. Al fin y al cabo sigue una columna vertebral liderada por el capitán Carlos Suárez y cuantas más piezas unes al puzle, pues más cuesta de encajar. Una plantilla con mucha calidad y que seguramente su mejor versión está por llegar. 

Dos supervivientes de aquel 2014 son precisamente Carlos Suárez y Fran Vázquez. 

Hoy en día los jugadores ya con grandes experiencias son totalmente imprescindibles para los equipos, más allá de los números. Tienen que estar ahí para gestionar el vestuario, sobre todo en los momentos complicados. El conocimiento de la liga es importantísimo. Fran en Zaragoza, Rafa Martínez en Bilbao, Carlos en Málaga... cada vez se valora más. Aunque hace años podría parecer que un jugador a ciertas edades está en declive, a día de hoy se sigue viendo en la competición que hay muchísimo que aportar. 

También se vistió en ese partido Alberto Díaz. 

A no ser que tengas una maduración temprana en tu juego, todo requiere de un procedimiento y un crecimiento y lo más importante es que haya una calidad y una ética de trabajo. Si eso se aúna los jugadores van tirando para arriba. Es el caso de Alberto. 

Coincidió en la selección también con Jaime Fernández y Brizuela.

Jaime es un crack y me alegro cuando las cosas le van bien. Por el tema de ser nacional y su calidad es uno de los líderes del equipo. Brizuela ya demostró en el Estudiantes que estaba a un grandísimo nivel y sólo ha cambiado de camiseta y ha seguido con su línea y crecimiento personal. Es un caso de los que requiere un tiempo, pero tarde o temprano acaban explotando. 

¿Qué recuerdo le queda de su paso por el Unicaja?

No me fue todo lo bien que me hubiera gustado. En la primera temporada una lesión que no me permitió empezar en condiciones. Me tuve que operar y esa operación no salió bien y tuve que arrastrar los problemas y no estar bien. Al acabar esa tuve que pasar por quirófano para arreglar lo que se había hecho mal. No pude empezar la pretemporada, no pude empezar normal. Además me encontré con la situación de que éramos cuatro escoltas y había que rotar a todos. No acabé de encontrarme todo lo cómodo que hubiera querido. Sobre todo porque el entrenador [Joan Plaza en esa temporada] decidió que yo era el jugador descartado para la ACB y Txemi Urtasun para la Euroliga y te baja la confianza y no te deja ganarte un sitio y tener tu normalidad en el día a día. 

La afición sí le respaldó pese a todo.

Muchísimo, muchísimo. A pesar de que las cosas no salen todo lo bien que a uno le gustaría, al final el aficionado lo único que pide es que el jugador defienda la camiseta 100%, que es lo que harían ellos si pudieran estar en la pista. Eso es lo que yo siempre intenté y por eso considero que soy un jugador que puede ir con la cabeza alta y es querido en todas las pistas donde ha jugado. En Málaga a pesar de ello fui muy feliz, conocía gente maravillosa, de la que tengo un gran recuerdo, y a la que ahora cuando vaya por primera vez a ver la Copa del Rey como espectador tengo ganas de volver a encontrarme. 

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