Homenaje a Sergio Scariolo de la Junta de Andalucía

Málaga se rinde a su hijo bresciano

  • Emotivo homenaje de la Junta de Andalucía, en colaboración con la Asociación de Periodistas Deportivos de Málaga, a Sergio Scariolo después de conseguir el anillo de la NBA

  • "En la celebración me acordé mucho de la celebración que teníamos pendiente aquí, especialmente la de la Copa del Rey", recuerda

Sergio Scariolo y Javier Imbroda se abrazan en el IAD.

Sergio Scariolo y Javier Imbroda se abrazan en el IAD. / javier albiñana

"Volveré a ser el italiano", bromeaba Sergio Scariolo que hizo sentir a Málaga campeona de la NBA. La provincia tuvo la sensación de conquistar al mundo cuando vio a uno de sus ahijados reflejarse en el brillante título de la NBA. Bresciano de nacimiento, pero con la Costa del Sol en el corazón. Una provincia, que se extiende a Andalucía, que se rindió a su figura. Un entrenador que posee con currículum con poco parangón en la historia del baloncesto europeo. Un anillo que la Junta de Andalucía utilizó como motivo para homenajearle en un acto en colaboración con la Asociación de Periodistas Deportivos de Málaga. Se le regaló un cuadro pintado por Víctor Jerez con una caricatura suya de la primera foto que compartió por redes sociales tras ganar. 

Scariolo reunió a todo tipo de personalidades, lo que da alcance de su trascendencia. Multitud de personalidades del Unicaja como Manolo Rubia, en su primer acto público como director deportivo cajista; Mario Bárbara, Ángel Sánchez-Cañete, Diego Montañés... Todos artífices del trienio dorado del club de Los Guindos. También relacionadas como Berni Rodríguez o Paco Alonso. Hubo de igual forma representación política con José María Arrabal o Noelia Losada. "Ha hecho algo muy grande, pero lleva muchos años haciéndolo. Esta se sale de lo normal. Hemos seguido con mucha ilusión verte en ese universo y ver cómo formabas parte de un equipo campeón. Estar allí ya es un gran triunfo", introducía Javier Imbroda, maestro de ceremonias en el Instituto Andaluz del Deporte. 

Ambos bromeaban sobre rivalidades pasadas. "Fuimos entrenadores muy apasionados. Cuando salimos a la cancha no entendemos, lo que queremos es ganar. Es una relación de amistad, respeto y admiración. Lo malo es que no tenemos mucho tiempo para encontrarnos", decía Imbroda, que encontraba respuesta en Scariolo: "Con el tiempo aprendes a distinguir la competición en la cancha de las relaciones personales. Cuando entré en el Madrid nos distanciamos. Cuando supe que estaba en un mal momento pensé que no merecía la pena porque somos personas con algo más que un palmarés. Fue un momento donde sentí la necesidad de saber cómo estaba. Para mí ese momento de distanciamiento no tenía ningún sentido. No merecía la pena". 

No se lo quiso perder su mujer Blanca Ares, que seguía el emotivo acto desde primera fila. "Gracias a todos por este momento bonito porque me permite encontrarme en casa con compañeros y amigos. La experiencia ha merecido la pena", comenzaba el italiano, que hablaba de sus duros comienzos en Toronto: "Un inicio difícil. Lo he pasado realmente mal. Sin identificar, por Navidad o por ahí, pasó algo extraordinario luego viví algo que no podía ni imaginar. Al inicio me daba cuenta que no estaba a la altura, es lo peor que te puede pasar, no estaba capacitado para hacer bien mi trabajo. Mi referente más severo es mi espejo. Sin mi familia, con un escenario tremendamente competitivo, mi ignorancia en el idioma, con mi ignorancia tecnológica... había una serie de muros que veía realmente altísimos y me dije que los escalaba o me estrellaba e iba a tirar mi tiempo, que es lo que más odio". 

Las palabras del bresciano eran una lección de vida. Le daba naturalidad a un proceso complejo. "La moraleja es sencilla. Tienes que remangarte y hacer los 200 pasos que te toca hacer en un ambiente nuevo, a una situación totalmente diferente. Te traen por talento y te debes buscar la vida, sino hay dos millones esperando. Lo que has ganado cuenta cero. Si hay que ir a pasar los balones se va a pasar los balones. Cuanto he echado de menos a Ángel con los montajes. Llegó un momento donde conseguí hacerlo. Pensaba mira cómo me mira Kawhi Leonard ahora cuando le digo esto...", contaba Scariolo, que se probó a sí mismo: "Ha sido una conquista saliendo una zona de confort donde me sentía super a gusto, estaba en una situación ideal, pero sentía la necesidad de salir de esa jaula de oro y ponerme a prueba". 

El ayudante en los Toronto Raptors hablaba de su crecimiento dentro del staff de Nick Nurse, entrenador principal de la franquicia canadiense. "Hay mucha profesionalidad y respeto. Todo el circo está montado para tener rentabilidad. Al último nivel económica, es la prioridad. En el momento en que uno se da cuenta de que le puedes ayudar a ser más rentable, son detalles", aseguraba el también seleccionador español", que contaba anécdotas: " A Siakam le puedes decir 10 cosas en una semana y a Kawhi dos. Cuando se da cuenta que le ayudas es él el que te busca porque quiere ser el mejor y en vez de ganar 25 pueda ganar 40. Todo está en función de que cualquiera ayude a ganar más dinero a la franquicia". 

Hubo dos momentos icónicos en la conquista. Uno de ellos es la canasta de Kawhi Leonard para tumbar a los Sixers. La rememoraba con perspectiva el bresciano. "No puedo decir que el único anillo que llevo con orgullo es este... [En relación al del matrimonio con Blanca Ares]. Hay una foto que me han enviado mucho y un amigo me la enmarcado estoy con una actitud pensativa la castaña que se tira y veo este tiro que sale con una parábola de un grado y pensé como podíamos enfocar la prórroga porque pensé que no podía entrar. Vi el primer bote, en el segundo pensé que igual y fue un punto de inflexión. Fue una serie durísima. Nos podíamos haber puesto 1-3 y de ahí no salíamos. Mi sensación fue pensar en la prórroga", relataba. 

Otro de ellos es la celebración por Toronto, donde todo el país salió a la calle. "En la celebración me acordé mucho de la celebración que teníamos pendiente aquí [Málaga], especialmente la Copa del Rey. La única diferencia fueron las personas, era un país, casi tres millones. Las sensaciones eran muy parecidas. La sensación era cuánta gente se dirigía en español y en italiano, es una colonia muy fuerte. Esa fue la sensación extra. Muchos me daban la enhorabuena. Fue muy bonito ese detalle", recordaba Sergio Scariolo, que volvió a provocar en Málaga un sentimiento inmenso de orgullo. El mismo del que ve a un hijo triunfar, a su hijo bresciano. 

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