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Los 7.500 valientes de los 101

  • La mítica prueba que organiza la Legión volvió a llenar la Serranía de Ronda con su serpiente multicolor

  • Frío, lluvia, sol y barro, los participantes tuvieron casi de todo

Los 7.500 valientes de los 101

Los 7.500 valientes de los 101

Calor, frío, lluvia, terreno seco y algo de barro en algunas zonas. Así podría definirse el recorrido y las condiciones a las que tuvieron que enfrentarse ayer los 7.500 corredores que tomaron la salida desde el campo de fútbol de Ronda para enfrentarse a los 101 KM que organiza la Legión. Como viene siendo habitual, un cohete marcaba la salida de los ciclistas y, una hora después, los marchadores hacían lo propio, aunque ir a pie tiene una pequeña recompensa, cruzar por la plaza de toros de Ronda y recorrer parte del casco antiguo de la ciudad. Eso sí, pasado el recorrido turístico, son ellos los que más tendrán que controlar sus fuerzas para lograr llegar dentro de las 24 horas marcadas como tiempo máximo por la organización.

Hoy, hasta que se cierre el crono, seguirán entrando corredores por la línea de meta situada en la Alameda del Tajo. Un esfuerzo que para el último marchador en cruzarla tiene un pequeño premio, el farolillo rojo que los legionarios entregan a ese corredor que a pesar de las dificultades no ha querido tirar la toalla y logrará cruzar la meta tras casi un día de camino. Lejos de la competición por ganar, reducido a un pequeño ramillete de participantes, la gran mayoría busca vivir una prueba diferente, en la que se vive una experiencia distinta a otras pruebas, hasta el punto de que son unos 20.000 los aspirantes que cada año se quedan en lista de espera para tratar de conseguir un dorsal.

"Aquí no hay que llevar de nada", decía uno de los corredores, sorprendido porque en los avituallamientos, además de fruta y bebidas isotónicas, los legionarios entregan casi todo tipo de comidas, desde donuts hasta bocadillos; a lo que se une la posibilidad de tomar comida caliente en el acuartelamiento. Llegada la noche, no falta ni el café, siempre buscado para tratar de calentar las frías noches rondeñas. Es cuando llega la noche cuando todo se complica una poco más, una vez que el manto negro cubre el bello paisaje natural que acogió a los corredores durante el día, para dar paso a un interminable reguero de luces que pintan la noche de la Serranía.

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