Como diría Iván Redondo, en las urnas hay que apelar a las emociones, aunque en el caso andaluz igual son los instintos.

La trama de nuestras vidas en pandemia es sencilla: salimos de salvar el verano y nos encaminamos a salvar la Navidad.

A Renfe debemos exigirle unos servicios a Fuengirola y Álora eficientes. Bastante castigo es que el tren no llegue a Marbella.

Las redes sociales desvirtúan los veraneos. Con un tuit al día, el líder que se precie demuestra que siempre está al pie del cañón.

La firma por excelencia de vino dulce ha colocado sus barriles en los bares por si consigue que circulen estos días los rebujitos.

Dice un experto que aquí no se planta ni una gitanilla porque los bosques no se inauguran. Pero tenemos un comisionado.

La discreta Pérez de Siles ha alzado la voz. El PSOE es sectario y se opone al progreso si cuestiona el rascacielos.

No hay nada más rentable que un discurso institucional en defensa de las tortugas antes de tomarse las vacaciones.

Marbella alcanza su temporada alta turística con los policías de patrulla de madrugada para que los jóvenes regresen a sus casas.

No es Francisco de la Torre un dirigente que cultive el cariño de los votos ajenos cuando los necesita para amarrar proyectos.