La farola

El misterioso zoo de pinturas prehistóricas que pasa desapercibido en una espectacular cueva de Málaga

Una de las pinturas de la cueva de La Pileta, en Benaoján, Málaga.

Una de las pinturas de la cueva de La Pileta, en Benaoján, Málaga. / malaga.es

Es una cavidad especial, enclavada en la parte occidental de la provincia de Málaga, cerca de lugares de gran interés geológico y natural como la cueva del Hundidero, los regalos del río Guadiaro en forma de refrescantes lugares para bañarse, el bonito e histórico pueblo de Benadalid, o la localidad Cortes de la Frontera que se extiende a caballo entre los parques de Grazalema y Los Alcornocales, entre otros muchos lugares interesantes. Es una zona de alto valor ecológico que esconde una cueva en la que se han descubierto pinturas prehistóricas de diversos animales entre otros restos de la vida humana antes de la escritura. Fue estudiada y puesta en valor por los principales estudiosos de este tipo de arte a comienzos y mediados del siglo XX y hoy en día aún sigue estudiándose su patrimonio. Espectacular, enigmática y llena de arte y vida prehistórica, la cueva de La Pileta, en Benaoján, es uno de esos rincones inesperados e imponentes capaz de transportar a sus visitantes a un mundo diferente y casi mágico por sus espacios y formas unidos a las representaciones que contiene, además recientemente se ha encontrado en ella una nueva especie de crustáceo isópodo.

Su historia es peculiar. En la primavera de 1905, José Bullón decidió adentrarse en la cavidad en busca de guano de murciélago, un elemento muy utilizado y eficaz para aumentar la fertilidad de los campos. El guano pasó a un segundo lugar cuando José encontró en la cueva restos humanos, vasijas y pinturas en las paredes. Sorprendido por el hallazgo aún pasarían cuatro años hasta que La Pileta empezase a tener una dimensión importante en el estudio de la Prehistoria. José coincide con un personaje peculiar: el coronel William Willoughby Cole Verner. Veterano del ejército británico, amante de los pájaros y la arqueología, Verner vivía en Algeciras dedicado a sus pasiones y queda fascinado con el hallazgo de José Bullón. Hace llegar sus estudios preliminares a una de las personas más expertas en el tema de la época: Henri Breuil (figura clave de la paleontología humana y el estudio de las culturas prehistóricas que descubrió las cuevas de Laxcaux en 1940, entre otros muchos estudios y hallazgos). El francés no sólo se interesa por la cueva de La Pileta, la estudia, cataloga e incluye en los parámetros científicos. Para ello implica a otros estudiosos de la vanguardia de la época como el alemán Hugo Obermaier y otras figuras.

Un pozo inagotable de descubrimientos

La Pileta queda registrada, Breuil y el resto de científicos se marchan impresionados, hablan con José sobre la conservación del lugar y la preservación del hallazgo. El agricultor,  que ya había excavado algunas escaleras para acceder mejor a diversos puntos y tenía consciencia de la importancia de la cavidad, se compromete a mantener a salvo el lugar. En 1924, su hijo de 22 años Tomás Bullón fue nombrado guarda de la cueva, ya que fue reconocida como Monumento Nacional. Tomás sigue ampliando los trabajos de puesta en valor de la cueva, descubre la entrada que se usa en la actualidad, explora la sima (de más de 70 metros de profundidad) que tiene la cavidad y descubre nuevas galerías. No vería cómo se creaba una carretera entre Benaoján y el lugar en la década de los 70, pero su trabajo permitió que este punto de patrimonio andaluz se conservase y amplificase.

Hoy en día, la cueva sigue gestionada por la misma familia y sus pinturas son estudiadas y celebradas en todo el mundo. Una yegua preñada, un pez, cabras, tortugas, formas y estructuras aún sin identificar y otras que encuentra réplicas muy similares en cavidades parecidas de otros puntos de la península ibérica. Toda una galería de arte y elementos de la vida prehistórica aún por desentramar, que se siguen investigando y que continúan arrojando pequeños objetos de la vida diaria de hace decenas de miles de años. Hace un par de años se anunciaba el descubrimiento de un nuevo tipo de isópodo terrestre, una novedosa especie animal. En el siglo XX, tuvo varias prospecciones, parte de los restos óseos encontrados en el primer cuarto del siglo XX se llevaron a Madrid, otros al British Museum. En los últimos años se han encontrado lámparas portátiles, figuras antropomorfas como la Venus de Benaoján, que se puede ver en el Museo de Málaga. La cueva de La Pileta es un lugar de obligada visita para quienes sientan curiosidad por la historia o quieran disfrutar de un lugar diferente y único, lo mejor para verla es reservar una visita antes de acudir a ella.

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