Madrugada de compras
Mercamálaga abre toda las noches sus pabellones para abastecer a comercios de toda la provincia, que ven en esas tempranas horas la posibilidad de cargar sus camiones





Mientras la mayoría de los malagueños duermen plácidamente en sus camas, existe un núcleo dentro del municipio que aprovecha esas horas para funcionar a pleno rendimiento. Lo dicho bien podría acogerse a cualquier bar de copas del centro, pero hasta esos establecimientos tienen sus días flojos. Mercamálaga abre sus puertas de madrugada, funcionando como la gran despensa de Málaga, y ofrece a todos los comerciantes fruta, verdura y pescado que luego ellos pueden vender, ya sea en sus tiendas, o ya sea guisadas en un restaurante.
La apertura del pabellón de pescados es uno de los momentos álgidos de la noche. A las 5:00, las puertas se abren y un buen número de minoristas entran en tropel a hacer sus pertinentes compras. "Me gusta venir a esta hora porque hay más variedad donde elegir. Si vienes más tarde se han llevado ya lo mejor", dice Manuel, que tiene una pescadería en el mercado de Ciudad Jardín y va a comprar allí pescados finos, como gambas, mejillones o lenguados, desde hace 13 años .
El ritmo de venta en los primeros minutos es de locura. Los compradores se pasean con sus listas mientras la mercancía va bajando a un ritmo frenético. No pasan ni 15 minutos antes de que los mayoristas tengan que volver a traer existencias de los camiones, que tienen aparcados fuera del pabellón de pescados. A esa despensa también se acercan grandes compradores. Jesús Barriga tiene dos puestos en el mercado de Ronda, uno en Arriate, otro en Benaoján y otro en Cortes de la Frontera. Sigue yendo a comprar a todos los días a Mercamálaga pese a que admite que "las ventas han bajado un 10% más o menos" por culpa de la crisis. Jesús espera que en verano repunte algo su negocio con la venta de sardinas, aunque asegura que en el mercado "no está la cosa como hace cuatro o cinco años".
Luis Miguel Roldán es el presidente de la asociación de mayoristas de pescado y lleva vendiendo su mercancía allí desde hace más de 17 años. Él ha vivido la época de bonanza económica y la crisis. "En los inicios del mercado era lógico que empezáramos a subir, pero ahora con el tema de la crisis hemos bajado un poquito. Todos los recortes que afectan a funcionarios y demás también afectan a amas de casa y por ende a nosotros" declaraba Roldán.
Desde más temprano están funcionando los pabellones de fruta y verdura. Hay menos trasiego que en el de pescados, pero por la simple razón de que son tres los edificios dedicados a este menester. Con mucha más tranquilidad, menos gritos y con menos prisas, los compradores evalúan el género y llenan sus cestas. El verano es una época difícil para la fruta. La crisis cambia la rutina y los compradores prefieren el producto de temporada, "melones y sandía sobre todo" como apunta el dueño de Mignafrut. Otro afectado en los últimos años por la situación económica ha sido Manuel Osuna, que ha visto reducido su volumen de venta "en un 40 ó 50%". La única forma en la que puede sacar adelante su tienda es "que su dueño trabaje mucho, no hay otra manera", decía Osuna con una sonrisa irónica en el rostro.
Pero no todo el mercado ha bajado en ritmo de ventas. Hay varios puestos con un trasiego importante de gente. Es el caso de Pérez Choubiki, que casi parece una tienda de algún centro comercial que un puesto de Mercamálaga. "En este tiempo de crisis económica, mi empresa ha seguido creciendo, pero es algo que está ahí. Lo oyes y lo ves en tus clientes. Este negocio siempre va mal. En época de bonanza íbamos como podíamos y ahora hay gente que va bien y gente que va mal", declara el gerente de esta tienda, Andrés Rojas. Pérez Choubiki maneja entre ocho y diez mil kilos diarios de mercancía, además de crear 15 empleos en su puesto de frutas y de verduras.
Uno de los grandes problemas que tienen los comerciantes y clientes de Mercamálaga es su horario. Quien tiene que comprar ahí debe cambiar el chip y vivir con una jornada laboral a contracorriente. Bernardo tiene una pescadería en La Cala del Moral y lleva yendo a comprar desde hace tres meses. Aún no le ha afectado este peculiar hora de venta, pero admite "que es lo más fastidioso del negocio".
En cambio, vendedores más veteranos en el recinto no terminan nunca de aclimatarse a tener que lidiar con este tipo de horarios. "Yo lo llevo fatal. No te terminas de acostumbrar, pero te vas amoldando. Yo duermo de 15:00 a 18:00 y de 23:00 a 2:00" confesaba el dueño de Mignafrut, que durante más de 13 años lleva sacrificándose sin dormir una noche de un tirón para sacar a flote su negocio en un negocio en el que los minoristas sobreviven como pueden.
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