En su último informe, la ONU ha dirigido su advertencia sobre el cambio climático principalmente a los consumidores, a los individuos, dejando en un segundo, o tercer plano, a las grandes empresas y a los gobiernos. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha sido contundente: el ser humano tiene que cambiar su dieta para tratar de frenar el calentamiento global. Ya en 2018, el mismo grupo de expertos avisaba a los Estados para que realizaran una “transición sin precedentes y cambios rápidos y de gran alcance en la electricidad, la agricultura, las ciudades, el transporte y la industria”.
La ONU aboga ahora por un cambio en el sistema alimentario a nivel global. De esta forma, parece que ya no hay excusas para mejorar nuestra alimentación y, mucho menos, para ayudar al planeta. Y es que, los expertos advierten de que hay que reducir el consumo de carne y aumentar los vegetales para luchar contra el calentamiento global. Al parecer, el aviso a las grandes corporaciones, industrias y Estados no ha sido suficiente y hay que calar en la conciencia individual de los seres humanos. Ya no es suficiente con reciclar o usar el transporte público: también hay que cambiar la dieta.
En este punto, los malagueños son conscientes de que lo mejor para la salud es tener una dieta equilibrada y rica en frutas y verduras, pero algunos confiesan que no entienden cómo su forma de comer va a ayudar a luchar contra el cambio climático.
Es el caso de Lourdes Vázquez, quien comenta que no cree que dependa de la alimentación del ser humano que “el mundo sea mejor”, sino que hay que poner el foco y reducir mucho más en otros ámbitos como “la contaminación de los vehículos o el consumo de plástico”. En esto coincide Luis Mateo, quien afirma que compra diariamente “varios kilos” de fruta y verdura: “Me parece bien que haya que reducir la carne, por nuestra salud y para reducir el maltrato animal. De ahí a que nosotros vayamos a salvar el mundo...”.
Los expertos sostienen que este cambio del sistema alimentario podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que produce el ganado y mejoraría el uso de la tierra y el agua.
Hay muchas formas de comer frutas y verduras, maneras de disfrutar de estos alimentos que, según la ONU, pueden hacer que ayudemos a una mejora del medio ambiente.
En la calle Nueva de la capital está la Zumoteka El Vaso, con más de veinte variedades de licuados muy frescos ideales para el verano. Una de las empleadas, Raquel Martínez, sostiene que “siempre será mejor tomar productos naturales, que no lleven aditivos ni azúcares añadidos, antes que comida ultraprocesada”.
Piezas de frutas y verduras recién cortadas hacen que los zumos sean una de las opciones más saludables y con mejor sabor, además de refrescantes para intentar soportar las altas temperaturas: “El favorito es el Venezuela: mango, piña, fruta de la pasión y naranja”. No obstante, indica que el mejor desintoxicante es “el que mezcla kiwi, espinaca, manzana y naranja”.

Una empleada llena un vaso de zumo natural.
Teresa Utrera, encargada de la frutería Alberto Quintero, en el mercado Atarazanas, opina que la fruta y la verdura “es muy importante para la salud, pero creo que se han pasado con lo de que hay que dejar de comer carne. La proteína es necesaria para el cuerpo”. Además, puntualiza que “puede perjudicar a las pequeñas empresas, a las carnicerías más humildes”. A Isabel Romero tampoco le convencen los datos de este último informe, “hoy nos dicen esto y mañana que dejemos de comer frutas porque nos quedamos sin árboles”, ironiza.
Según el informe, la agricultura, la silvicultura y otros usos humanos de la tierra representan actualmente el 23% de las emisiones de gases de efectos invernaderos producidas por el hombre.
Los expertos también hacen hincapié en los alimentos desperdiciados, ya que una tercera parte de los alimentos que se producen se echan a perder. El informe manifiesta que la reducción de la pérdida y desperdicio de alimentos supondría una disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudaría a mejorar la seguridad alimentaria.
En este sentido, se podría optar por una planificación de los menús para toda la semana, aprovechar las “sobras” y, sobre todo, ser realistas con la ración que se necesita consumir.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios