Málaga

Dimite el secretario de la asociación de vecinos del Centro de Málaga: "No podía seguir jugándome el pescuezo"

Vista del Centro de Málaga

Vista del Centro de Málaga / Javier Albiñana

"No podía seguir jugándome el pescuezo". Así se ha pronunciado el que hasta ahora ostentaba el cargo de secretario de la asociación de vecinos Centro Antiguo de Málaga, Alejandro Villén, que ha presentado su dimisión tras varios encontronazos con hosteleros por la ocupación excesiva de la vía pública con mesas y sillas. Asegura haber recibido "insultos", "gritos" y haber sido increpado en distintas ocasiones en los seis años que ha formado parte de la junta directiva.

El incidente "más violento", a su juicio, ocurrió recientemente cuando se encontraba sentado en la terraza de un bar. "No me llegaron a pegar porque mantuve la calma y me libré, pero fue muy desagradable. Dos camareros me dijeron que les iban a descontar de su sueldo la multa que les habían puesto. Estaban gritándome a un palmo de mi cara", denuncia el ex representante de los residentes del Centro. Los dueños, asegura, se disculparon a posteriori por lo sucedido a través de Instagram.

"Es más fácil amenazar a un señor bajito, fofo y cuarentón que a la Agrupación de Cofradías o al Ayuntamiento"

En otra ocasión, recuerda, mientras caminaba con unas bolsas de la compra fue también increpado, supuestamente, por otros hosteleros, "que golpearon el cristal" de la ventana a su paso por el restaurante. El episodio más reciente, recalca, se produjo en la plaza Arriola. "Me empezaron a llamar desde un bar y me enseñaron una foto mía", asevera. Según su versión, llegaron a reprocharle "si sabía a cuántas personas le había quitado el puesto de trabajo" con sus denuncias a través de Twitter por los excesos de algunos bares en cuanto a la colocación de mesas y sillas en la vía pública. "Me insultaron y me amenazaron. La Policía les había retirado la terraza, que era ilegal. Un agente, relata, les explicó que es el Ayuntamiento de la capital el que impone las sanciones, pero siguieron gritando", asegura. Los hosteleros le acusaban "de haber destruido cuatro puestos de trabajo". También en la plaza del Siglo, en otra ocasión, narra Villén, "avisaron a un bar de que tuvieran cuidado" con él porque se dedicaba "a denunciar". 

El hasta ahora secretario del colectivo vecinal, del que ya fue vicepresidente, subraya que no se dedica a ir "cerrando bares", y apostilla que "es más fácil amenazar a un señor bajito, fofo y cuarentón que a la Agrupación de Cofradías o al Ayuntamiento". "También es más fácil hacer eso que reconocer que estás haciendo dinero incumpliendo la ley", remachó en el tuit que lanzó hace solo unos días informando de su dimisión.

Las terrazas y su porcentaje de la ocupación de la vía pública han sido la comidilla del debate en Málaga durante la última Semana Santa. Si ya venían siendo señaladas cada poco tiempo por posibles excesos, esta vez ha supuesto el detonante de una polémica que recoge a vecinos que señalan a los hosteleros y que el Ayuntamiento es demasiado flexible. Los hosteleros se defienden argumentando que intentan cumplir con las exigencias y crean empleo, mientras el Consistorio compartió diariamente durante los ocho días de procesiones el número de actas levantadas contra terrazas incumplidoras, dando el nombre de cada una de ellas.

178 actas por exceso de ocupación o carecer de permiso

El balance final fue claro: 178 sanciones entre el Área de Vía Pública y la Policía Municipal entre exceso de ocupación y la carencia total de autorización –si bien es cierto que no todas ellas son de espacios hosteleros–. Es decir, cada uno de los ocho días en los que los tronos han estado saliendo por el Recorrido Oficial de las calles de Málaga se impusieron más de 22 infracciones.

Cabe recordar que el Ayuntamiento había emitido 105 decretos a los establecimientos hosteleros para informarles que sus terrazas serían afectadas total o parcialmente durante Semana Santa. Este año, eso sí, con más tiempo y previsión que el pasado, cuando los hosteleros se personaron en la puerta del Ayuntamiento y rodearon al alcalde el mismo Viernes de Dolores después de que les avisaran ese mismo día con las retiradas de terrazas que tenían que efectuar en Semana Santa. "El Ayuntamiento de Málaga nos ha dado una bofetada con la mano abierta. Estamos perplejos", dijo entonces Javier Frutos, presidente de la patronal hostelera Mahos. 

Este año, pese a una mejor organización previa, el 23 de marzo –durante el traslado de Estudiantes– se produjo el primer encontronazo. El restaurante El Gallo, de calle San Agustín, no retiró su terraza al paso del trono, levantando las criticas de la opinión pública y causando que la Agrupación de Cofradías emitiese un comunicado en el que lamentaba de la "falta de sensibilidad y responsabilidad por parte de algún negocio" y pidiendo que se "respete el paso de las procesiones".

Este mismo negoció fue sancionado por apilar sus sillas y mesas recogidas junto al Museo Picasso, un palacio renacentista del Siglo XVI con protección arquitectónica. Esto sucedió sólo unas horas después de que otro establecimiento, Canela Fina, colocase tres mesas, con su cubitera para el vino, en el umbral de otro museo, el Carmen Thyssen. En este caso "momentáneamente" debido al traslado del Mutilado y por orden de un agente de Policía Local que no consultó con sus superiores. A esto se suma el uso como barra que algunos clientes de los negocios de la Alameda Principal le dieron a la recién estrenada boca del metro. 

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