Una forma de vida que pende de un hilo

Crisis agraria Los altos precios de los piensos encarecen los beneficios

El sector ganadero de la provincia se encuentra asfixiado por la subida de los costes de producción y la mayoría se plantea echar el cierre a un negocio que ha dejado de ser rentable

Una forma de vida que pende de un hilo
Una forma de vida que pende de un hilo

Durante siglos ha sido una de las actividades que han contribuido a la subsistencia de muchos pueblos sin otros recursos y un pilar decisivo en la tradición de sus gentes. Ahora, en cambio, la ganadería está de vacas flacas y la continuidad del sector pende de un hilo ante la imposibilidad de los ganaderos de hacer frente a la carrera de obstáculos que conlleva sacar adelante a sus animales sin apenas ganar dinero.

La mayoría están con el agua al cuello y, pese a que hoy por hoy sigue siendo su único sustento, muchos se plantean echar el cierre al negocio de toda una vida. Con apenas 31 años a Cristóbal Jesús Morales la ha tocado vivir uno de los episodios más negros de la historia de la ganadería moderna. El cuidado de sus 550 cabras es con lo que ha vivido desde que era apenas un niño, pero ahora con una familia de dos hijas a las que mantener las cosas se le han puesto demasiado cuesta arriba para plantearse continuar.

"Ahora cobramos lo mismo por un kilo de chivo o por un litro de leche que hace 20 años y así es imposible seguir", contó este ganadero de Antequera. Gran parte de culpa la tiene la desorbitada subida que ha experimentado el precio de los piensos en los últimos tiempos.

El grano es cada vez más caro y, por ejemplo, de los apenas 45 céntimos de euro que les pagan por un litro de leche de cabra tienen que abonar 32 céntimos por cada kilo de alimento para los animales. El precio sube dos céntimos más en el caso de los piensos para la cría de chivos, mientras que el kilo de carne en el mercado no llega ni a los tres euros pese al intento de crear valor añadido al producto con la puesta en marcha de la denominación Chivo Lechal Malagueño.

Si a esos gastos ya de por sí inasumibles para algunos se le suman, además, los derivados de luz, agua, posibles problemas veterinarios y mano de obra, el beneficio que obtienen los ganaderos roza los márgenes de la insostenibilidad del negocio.

Fue lo que le ocurrió a Jorge Castillo, otro ganadero de Antequera, que hace ya casi un año decidió sacrificar el medio millar de cabras que criaba porque parte de ellas se habían contagiado de tuberculosis. Se acogió voluntariamente, junto con otros tres ganaderos de la provincia de Málaga, a la campaña promovida por la Junta de Andalucía para subvencionar a aquellos que se hubieran visto afectados por la enfermedad de sus animales.

Las ayudas previstas por la Consejería de Agricultura y Pesca suponían unos 59 euros por cada animal sacrificado, a pesar de que "criarlos me costó mucho más", aseguró. Pero no hubiese sido un problema si se le hubiese abonado todo el dinero y "no que aún me quedan por cobrar más de 300 animales", dijo el ganadero.

En un abrir y cerrar de ojos todo por lo que había invertido sus ahorros en 2000 cuando la ganadería seguía siendo rentable se esfumó quedándose con un préstamo de una nave ya vacía y sin animales. Ahora trabaja en lo que le sale, aunque tal y como están las cosas "casi es lo mejor", aseguró.

Pero si hay un sector gravemente afectado por esta crisis que empieza a ser crónica es el sector bovino de leche. Según los datos de la patronal agraria Asaja, en la última década han desaparecido el 70% de estas explotaciones, sobre todo las de menor tamaño, lo que ha hecho que pierda gran parte del peso que ha tenido históricamente en la economía agraria de la provincia.

Los ganaderos dedicados a la producción de la leche de cabra perciben unos 30 céntimos de euro por un litro, mientras que los costes de producción se sitúan cercanos a los 40 céntimos. La amenaza constante a la que tienen que hacer frente es a que las centrales lecheras dejen de retirarles su leche ante un mercado fuertemente presionado por la entrada de leche procedente de otros países excedentarios.

Tampoco el porcino se salva de la preocupante situación por la que atraviesa el sector. Y eso a pesar de que la provincia es la segunda productora andaluza. También el incremento espectacular del coste de la alimentación apenas han permitido alcanzar los niveles de rentabilidad en los últimos años.

La reciente autorización de la Unión Europea para permitir a los transformadores y comercializadores el almacenamiento en cámaras frigoríficas de la carne porcina hasta un periodo máximo de 150 días podría aliviar, según la delegada provincial de Agricultura y Pesca, Mónica Bermúdez, "la volatilidad que sufren los precios de este producto en el mercado".

Para muchos no son más que parches que no taparán el gran agujero en el que se está sumiendo un sector que está poniendo al límite a los que hasta ahora lo sustentan con su esfuerzo que no saben si podrán mantener.

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