Postales desde el filo

Interpretaciones

Al ex secretario general del PSOE no sólo le han dado tiempo para resucitar sino que está más vivo que nunca

En unos días, entraremos en el quinto de los nueve meses que se ha dado el PSOE para resolver la crisis que lo situó, el pasado mes de octubre al borde de la ruptura. La única explicación a tan larga vigilia es hacer a Susana Díaz un traje a su medida. No es un buen principio. Tampoco lo es que, como parece, desde la Presidencia de la Junta de Andalucía vaya a participar en las primarias internas de su partido. Mal asunto, se mire por donde se mire. Aunque, por ahora, el más favorecido por el calendario perpetrado por el aparato socialista sea Pedro Sánchez. Al ex secretario general -al que muchos dimos por muerto tras su intento de suicidio político ante las cámaras del periodista Évole- no sólo le han dado tiempo para resucitar sino que está más vivo que nunca. Su entrada en liza, con por ahora sólo Patxi López en la otra esquina del ring, a nadie ha dejado indiferente: ha despertado entusiasmos y rechazos en la misma medida. En los torpes y lamentables acontecimientos del otoño pasado previos al Comité Federal obtuvo, a ojos de buena parte de la militancia, la impagable condición de víctima del aparato. Además de ocupar la izquierda de su partido agitando la consigna del "no es no" que sus seguidores corean en los mítines. Situando de esa forma a sus contrincantes en espacios ideológicos menos sexis para la militancia. Si Susana tarda en decidirse, si es que finalmente lo hace, será Sánchez quien acabe imponiendo su agenda en el debate de primarias. Que, dado el grado de beligerancia que está tomando la cosa, no parece que vaya a servir para resolver los graves problemas del PSOE, más bien los puede empeorar.

Todo apunta a que el sanchismo quiera plantear un escenario de primarias en el que se enfrenten quienes permitieron un gobierno del PP y quienes se opusieron y, además, nunca lo permitirán. Aunque, en el terreno de los hechos, las cosas no fueron tan simples. En realidad estaban quienes querían minimizar riesgos dejando gobernar a los que habían ganado dos elecciones consecutivas. Y, de otra parte, quienes, con el no como bandera, conducirían inevitablemente al país a unas terceras elecciones que, según todos los indicios, volvería a ganar el PP. Esas, y no otras, eran las posibilidades reales; formar una mayoría alternativa, tras el 20-J, sólo era factible en la fértil imaginación de Sánchez. Perdón, olvidaba que los hechos ya no existen, sólo las interpretaciones.

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