Unicaja

El Unicaja ya no tiene ninguna red

  • El Unicaja entra en la Copa por la gatera y vive un momento de impotencia, con seis derrotas en los últimos siete partidos

Diop golpea a Gerun en el Unicaja-Baskonia.

Diop golpea a Gerun en el Unicaja-Baskonia. / ACB Photo / M. Pozo

De una racha de 13 victorias en 15 partidos se pasa a otra de seis derrotas en siete duelos. Un Unicaja que se ha descompuesto tras la lesión de Alberto Díaz, que recibe 90 puntos como mínimo ante cualquier rival y que ofrece síntomas preocupantes porque pierde ante rivales de distinto nivel. Sí, las lesiones son varias y en jugadores capitales, pero la estructura del equipo no soporta ni da los mínimos para ganar las últimas semanas. "Tenemos todos los objetivos intactos", decía Casimiro. Y no es mentira. Pero ya se quita la red y no hay margen de error con el inminente inicio del Top 16. Los protagonistas lo admiten.

La realidad actual del Unicaja preocupa. Los mensajes desde dentro van por ahí, que no se ha perdido nada, y es así. Pero ya en enero empiezan los puntos de no retorno. De aquella manera se ha salvado la presencia en la Copa del Rey pese a perder cinco de los seis últimos partidos en ACB. Estaba en buena línea (8-4) para pelear incluso por ser cabeza de serie, pero ha entrado por los desequilibrios generados por el Covid-19 y porque los rivales tampoco han aprovechado sus oportunidades. Hay que tener siempre balance positivo históricamente para entrar en la Copa y el Unicaja lo hace con uno equilibrado (9-9) por la extraordinaria circunstancia de que cada equipo haya jugado un máximo de 18 partidos por los 19 equipos de esta temporada.

El problema es ver qué se puede conseguir con esta plantilla, en esta circunstancia actual, porque el juego es pobre en el grueso de los partidos y defensivamente hay demasiadas fugas. ¿Se puede pensar en llegar lejos en la Eurocup o el tope es acceder a cuartos? ¿Se puede aspirar a algo más que a entrar como octavo en la Copa o en los play off de la ACB? ¿En la Copa se puede competir? El problema no fue perder ante el Baskonia, entra dentro de lo razonable, aunque el desarrollo del partido volvió a evidenciar que los defectos sobrepasan a las virtudes, que también las hay. Los partidos perdidos en el Carpena ante Betis y Fuenlabrada han hecho mucho daño, clasificatoriamente en la ACB, en la autoestima del equipo y en la impaciencia lógica del entorno. El partido de Burgos, uno de los clubes que puja por el estatus que antes tenía el equipo malagueño de contendiente a los títulos, tampoco ayudó pese a que se tuvo la mano la victoria. Y lo del Baskonia es una realidad que puede costar asumir, que el rival contra el que en la primera década del siglo se jugaban títulos ha vuelto a dar con la tecla después de que se le perdonara la vida en Valencia y es ultracompetitivo y está fuera del alcance real en igualdad de condiciones. En todos los conceptos, como club y como equipos.

Sin público en las gradas, apenas hubo unos centenares durante unos partidos concretos de la Eurocup esta temporada, el pulso de la afición llega a través de las redes sociales. Y lo que retumba es un descontento altísimo. Puede ser más o menos representativo del grueso la masa social, pero es la retroalimentación que hay. Que no haya público in situ no quiere decir que se haya dejado de seguir, por más que la desafección pueda crecer. Aunque habitualmente entregada, también hay episodios años atrás que recuerdan que la afición malagueña era exigente incluso en años dorados. En 2007, tres días después del logro histórico de acceder a la Final Four se perdió en la prórroga contra el Menorca en el Carpena y hubo abundantes silbidos porque el equipo se quedaba fuera del play off. Es otra realidad distinta ahora, pero se percibe el hartazgo de verse detrás de equipos con los que se combatía y ver cómo otros le sobrepasan. Si se habla de presupuestos, hay tres equipos (Tenerife, Burgos y Joventut) con menos que el Unicaja y que están por delante.

La sensación de ambición y de gestiones bien hechas que hubo con los fichajes de Brizuela y Bouteille durante la pasada temporada, también con las contrataciones de Mekel y Simonovic donde había carencias o ausencias, se ha evaporado a día de hoy. La plantilla más compensada de la era Casimiro seguramente se vio en la fase final de la ACB en Valencia. Se apostó por más físico y capacidad atlética en la segunda temporada y se redondeó con esos fichajes y ahí cristalizó tras el confinamiento. Pero en esta tercera se perdió en ese aspecto que se había ganado. Y la manta sigue estando corta, por los pies o por la cabeza. Lo que sí no hay es ya colchón. Nada se ha perdido, pero toca ganar. Si no, la temporada se irá al garete.

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