Málaga

El Círculo Mercantil

La nieta de Porfirio Smerdou durante la entrega de la medalla. La nieta de Porfirio Smerdou  durante la entrega  de la medalla.

La nieta de Porfirio Smerdou durante la entrega de la medalla. / Javier Albiñana

Escrito por

José Damián Ruiz Sinoga · Catedrático de Geografía Física

LA cinta de Moebius es un curioso objeto matemático, con una sola superficie, que tiene la particularidad de que es imposible determinar qué parte es la de arriba o la de abajo, o la dentro o la de afuera. Si empiezas a caminar por él vas a pasar un tiempo bocarriba, otro tiempo bocabajo y al final acabarás volviendo exactamente al mismo punto. Algo así como la política municipal, legislatura tras legislatura. Justo antes de las elecciones se proponen mil cosas para poner la ciudad patas arriba, convertirla en malagalandía, ciudad tecnológica, cultural, potencia turística, centro logístico, plataforma de aterrizaje de naves espaciales, centro de recuperación de especies extraterrestres, centro de convenciones de altos mandatarios vulcanianos, capital mundial de la investigación en energías psicopropulsadas de ciclo lateral del aprovechamiento de la boñiga de cabra y un largo etcétera, incluida la sede permanente de la Fundación Mi Primer Campero.

Cientos de miles de ideas además para arreglar todo lo enquistado, un coleccionable de infografías de proyectos rompedores para la ciudad que queremos enseñar, que al resto de barrios que les vayan dando. Toda la ciudad patas arriba con su máximo regidor desatado fotografiándose compulsivamente cual Shakira en el Bernabéu. Pero oiga, es comenzar la nueva legislatura, e inaugurar la sección de mareo de la perdiz, responsabilizando a “cualqueiraesbueno”, y empezando a hablar en marionozoriano, en definitiva, a desorientarnos. No sabremos si vamos o si volvemos, si estamos cabeza arriba o cabeza abajo, si somos ya la leche o no, si subimos o bajamos. Y en medio de ese mareo se cumplirá otra legislatura, y tras mucho ir y venir de infografías, y mucho subir y bajar, estaremos una vez más en exactamente el mismo punto en todo.

Así que en Málaga estamos a 3,5 años de cualquier cosa. En esencia de la gloria urbanística de esta ciudad, de esa Málaga supermegaguay que aparece en los publirreportajes de moda. A tres años y medio de la supuesta finalización del PML (Plan Málaga Litoral o Pelotazo Málaga Litoral, según nos dicen los agraciados del entorno consistorial), ese que va a suponer la brillante idea de pagar por usar el túnel del Paseo de los Curas. ¡Cómo no se le ha ocurrido a nadie antes semejante idea! De momento, la realidad dice que De la Torre se ha gastado más de 2,5 millones de euros en informes, pero paralelamente admite que no puede pagar, y que no será viable sin la ayuda de la Junta de Andalucía y del Gobierno Central. Yo estoy dispuesto a hacer esto si usted me lo paga. Ese mismo dinero podría haberse invertido en otras cuestiones más necesarias, pero aquí vamos a lo grande. Es cuestión de prioridades. A bombo y platillo se publica que según un estudio “encargado por el Ayuntamiento” los números avalan el PML, eso sí, para el año 2057.

Pero hablamos sin sonrojo de Puentes-Plaza, naturalmente a beneficio de inventario

Desvergüenza. También estamos a 3,5 años de que llegue el Metro al Hospital Civil, soterrado como Dios manda, y eso se va a hacer del tirón con todos los comerciantes de las calles afectadas encantados, y por supuesto a 3,5 años del tercer, cuarto y quinto hospital. Que no falte ni gloria. También estamos a 3,5 años del pelotazo urbanístico de la Expo27, esa supermegasostenible que para eso estamos alicatando con cemento hasta los alcorques, en otro movimiento de “contorsionismo delatorriano”, mediante el que se deciden planes que supuestamente otro abona. Y así es como tenemos una Estación AVE, un PTA, un aeropuerto espectacular, un Palmeral de las Sorpresas que es referencia, una importante Estación Marítima, un espectacular Campus de Teatinos, un Museo Provincial o Picasso, unas circunvalaciones... bajo el sistema de hágalo que yo saldré en la foto, haciéndome el tío de los higos, para lo que me vaya viniendo bien. ¡Hay que reconocer que se necesita habilidad para aparecer en todas las fotos e inducir autoría en todas estas infraestructuras!

Pero lo cierto es que desde el punto de vista de la gestión municipal se han perdido 23 años, y es esa puñetera realidad la que se empeña en mostrar otra Málaga. Una en la que le damos la medalla a Porfirio Smerdou pero antes le tiramos la casa, que los negocios son los negocios y no conviene mezclarlos con la memoria. Una Málaga en la que es un hecho que se ha tardado más de 3,5 años en terminar una pasarela sobre el Guadalmedina para que las criaturas puedan ir andando de calle Alemania a calle Cuarteles, sin tener que dar un rodeo, en una obra que estaba inicialmente prevista para solo unos cuantos meses. ¡Eso sí que lleva 3,5 años… de retraso! Pero hablamos sin sonrojo de puentes-plaza, naturalmente a beneficio de inventario. Y así, hasta 23 años diciendo que se va a transformar Málaga en la próxima legislatura, sin pudor.

El background malagueño nos dice que en 3,5 años no se habrá hecho absolutamente nada, estará todo igual, pero se acercarán ya unas nuevas elecciones en las que de nuevo se nos volverá a proponer mil cosas increíbles, muchas de ellas exactamente las mismas, que se ejecutarán en tiempo récord y que transformarán por completo la ciudad una vez más. Ganará las elecciones, y vuelta a empezar todo el ciclo de nuevo, posiblemente hasta el infinito, mientras esa apuesta extrema por el turismo nos está empezando a pasar factura al colocarnos como la antepenúltima provincia española, 48 de 50, según la renta per cápita, sólo por delante de Córdoba y Cádiz. Ha perdido 17 posiciones (era la 31) desde 1983.

Igual algo no cuadra en esta Málaga en la que “hacer caja” parece una acción bastante fácil, solo que hay quienes la hacen para rentabilizar auténticos pelotazos mediante proyectos urbanísticos insostenibles, en esa latente idea del alcalde de convertir el entorno del Consistorio malagueño en su particular Círculo Mercantil, mientras que otros hacen caja pero para meter sus pertenencias y buscarse la vida en municipios de alrededor intentando conseguir viviendas dignas, alquileres más bajos, más razonables que les permitan poder vivir en esta tierra, que es la suya también, y poder sacar adelante a sus familias. Es el particular concepto de inclusión que se maneja en la Casona del Parque.

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