15 aniversario Málaga Hoy | Feminismo

Cuando el feminismo inundó de violeta las calles

  • La movilización masiva del 8-M de 2018 fue un hito para un movimiento que lleva más de dos siglos luchando por una igualdad real

  • Los asesinatos a mujeres no cesan. Desde hace 16 años, 1.000 mujeres han sido asesinada por sus parejas o ex parejas, 26 de ellas en este 2019

Mujeres concentradas en la plaza de la Constitución el pasado 8 de marzo.

Mujeres concentradas en la plaza de la Constitución el pasado 8 de marzo. / Javier Albiñana (Málaga)

Los asesinatos de mujeres no cesan. Desde 2003, cuando comenzaron a contabilizarse como una cuestión de género, la escalofriante cifra asciende al millar en España. En los primeros meses de este 2019 ya son 26 las asesinadas. La peor cara de la desigualdad sigue matando, robando el presente y el futuro a familias enteras, a madres, a hijas, a nietas. Por el sentido de propiedad y supremacía machista se sigue violando, denigrando y maltratando a la mujer, que continúa siendo vista como un objeto en muchos casos.

La brecha salarial, en lugar de bajar, aumentó en 2016 y las mujeres hoy cobran un 30% menos y soportan más precariedad laboral. A pesar de todo esto, más bien a causa de todo esto, la desazón enquistada durante años fue creciendo, colmando el interior de muchas hasta hacerlas explotar en las calles, esas grandes avenidas de todo el país que inundaron de violeta para reclamar una igualdad real tan necesaria para no perecer asfixiadas como el aire. Y Málaga no se quedó atrás. También la provincia se subió a la cuarta ola del feminismo.

El 8 de marzo de 2018 supuso un antes y un después que muchas feministas celebraron como un hito histórico en una lucha de dos siglos. La huelga laboral, de cuidados y consumo convocada a nivel mundial fue todo un éxito. Más aún lo fueron las multitudinarias manifestaciones celebradas, las concentraciones que se expandieron de forma espontánea y electrizante.

Miles de mujeres, también acompañadas por muchos hombres, salieron con pancartas y eslóganes pintados hasta en la piel para gritar basta, para reivindicar ser escuchadas y pedir con una voz compartida que la igualdad no puede quedarse en papel mojado. “Lo que pasó el 8-M fue un hito, un punto de inflexión en la historia del feminismo y las revoluciones, de forma pacífica se han despertado millones de conciencias y esto va a provocar el cambio”, comentaba Teresa Pineda, presidenta de la asociación Puntos Subversivos.

Una respuesta masiva contra el descontento

La respuesta masiva ya no era la de un colectivo de histéricas, como se han encargado de denostar los que más tenían que perder. Se trataba del descontento generalizado de varias generaciones, desde mujeres maduras a estudiantes de Secundaria. Fue el grito de una tendencia social encaminada a cuestionar “como injusticia intolerable la desigualdad de género, como ocurrió con el tema del racismo en Estados Unidos”, agregó Pineda. Para ella, “si aún nos discriminan, si cobramos menos, si el cuerpo es el que marca nuestra vida laboral y social, si se nos maltrata es que algo falla y que la igualdad de derecho no ha conseguido todo”.

La manifestación del pasado 8 de marzo de 2019 para por la calle Larios. La manifestación del pasado 8 de marzo de 2019 para por la calle Larios.

La manifestación del pasado 8 de marzo de 2019 para por la calle Larios. / Javier Albiñana (Málaga)

Pero aunque la injusticia fuese la misma en 2004 que en 2018, el movimiento nunca antes había visto un apoyo social tan necesitado de gritar contra lo que continúa sucediendo. Las puertas cerradas, las cortinas echadas, las voces acalladas se abrieron de golpe para hacer ver que es un problema grave y de toda una sociedad.

En la cuarta ola del feminismo

Pilar Iglesias, presidenta de la Federación Feminista Gloria Arenas, consideró el 8-M de 2018 que la cuarta ola del feminismo empezó ese día. “Se está inaugurando una nueva ola, quizás dentro de unas décadas lo digan los libros de texto”, decía. Pero no solo por lo ocurrido el 8 de marzo como un hecho aislado, sino por ser esto la consecución de una lucha constante para hacer visible la necesidad de una transformación social.

“Creemos que el feminismo es una teoría que permite construir un paradigma distinto”, consideraba Iglesias. Era su undécimo año organizando los tradicionales actos de este día y fue el único que tuvieron la respuesta que siempre habían soñado.

Concentración en la plaza de la Constitución para pedir igualdad. Concentración en la plaza de la Constitución para pedir igualdad.

Concentración en la plaza de la Constitución para pedir igualdad. / Javier Albiñana (Málaga)

Pero no fue cosa de un solo día ni de un grupo aislado. El movimiento feminista captó a muchas mujeres que no se habían considerado dentro porque, simplemente, no sabían el significado real de una palabra tan crucial como feminismo. “Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”, dice la Real Academia de la Lengua Española.

“El feminismo no tiene adjetivos. Es igualdad y punto”, escribe la doctora en Derecho Amparo Rubiales. Y la vicepresidenta y feminista Carmen Calvo declara que “el feminismo es imparable y ha demostrado que tiene una fuerza poderosa y transversal. España ha dado un ejemplo ante todo el mundo y ha demostrado que el tiempo de las mujeres ha llegado para quedarse”.

Voces que se han extendido como el aceite

Desde ese día, las voces en las redes sociales, en los medios de comunicación, en la calle, se hicieron más visibles. El inconformismo había ganado la batalla. Ya lo raro era no declararse feminista, admitir el mismo trato paternalista o discriminatorio, cargar en solitario con las obligaciones familiares, pensar que callar y asumir era la única salida posible. Aunque algunos sectores pensaron que podía desinflarse un poco el movimiento, llegó el 8 de marzo de 2019. Y las calles de Málaga volvieron a ser un río violeta, una marea de eslóganes y proclamas para decir que no habrá sociedad justa sin feminismo.

“Cuando una mujer pueda ir sola por la calle y sin miedo habrá igualdad”, considera Isabel Jiménez, doctora en Medicina y delegada de Igualdad y Acción Social de la Universidad de Málaga. “Ya está bien. Las mujeres no somos objetos con los que los hombres pueden hacer lo que quieran en el momento que quieran”, indica Jiménez y apunta que el cambio de mentalidad necesario se consigue con la educación en la escuela, en la familia, en los medios de comunicación.

Uno de los carteles de la movilización feminista Uno de los carteles de la movilización feminista

Uno de los carteles de la movilización feminista / Javier Albiñana (Málaga)

“Este problema es de todas las personas, no es un problema de las mujeres. La violencia de género, la desigualdad de oportunidades no es un problema solo de la mujer, por lo que las soluciones tienen que venir de todos los integrantes de la sociedad”, agrega. Y el trabajo ha de ser un esfuerzo colectivo en el que cada padre, cada madre, abuela y abuelo, cada docente siembre en los más pequeños la semilla de una nueva forma de relación humana en la que se rechacen las tradiciones más perjudiciales para el desarrollo completo de las personas, sean del género que sean.

La revolución esperada no sólo se tiene que amparar en unas leyes que, de hecho, existen. Tiene que nacer en la intimidad del hogar, en la asunción por parte del hombre de trabajos que tradicionalmente se han destinado a las mujeres, a participar de forma corresponsable en la crianza de los hijos, a considerar reducciones de jornada para poder conciliar. Si esto no se lleva a cabo, seguirán siendo ellas las que se coarten sus propias carreras profesionales cuando toque ser madre. La mochila de muchas mujeres profesionales y madres llevan una pesada carga y necesitan que sus parejas les alivien el peso para, simplemente, vivir en igualdad.

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