Algo más que aprender español
El instituto Emilio Prados y la Wilhelm Ropkë Schule de Alemania han participado en un proyecto de intercambio cultural · Estudiantes de Ettlingen han estado en Málaga y en abril, viajarán allí los malagueños


La profesora pone música y anima a los chicos a hacer lo que sientan. Es una clase de expresión corporal. "Esto no es Matemáticas, aquí todo está bien", les aclara Cristina Amador. Ellos cierran los ojos y se dejan llevar.
El escenario es el instituto Emilio Prados y los alumnos son algo especiales. Vienen de Alemania dentro de un programa de intercambio cultural entre adolescentes en el que participa el centro educativo malagueño. Salvo una chica rubia, los demás pasarían por andaluces. "Es que los del sur somos los malagueños de Alemania", bromea el representante de la ONG responsable del proyecto, Hans Walter.
Hans cuenta que la idea surgió porque los jóvenes, de entre 17 y 19 años, estaban estudiando español en Ettlingen: "Decían que la gramática era muy aburrida y que querían otra forma de acercarse al idioma". Así que aprovechó su vieja amistad con Juan Ángel Guzmán, profesor del Emilio Prados, para aventurarse en esta iniciativa de intercambio. "Aprenden un idioma y salen del tópico de la España del lolailo y el torero", reflexiona Hans.
Además, los chavales han vivido con familias españolas los cuatro días que ha durado la experiencia. Toda una inmersión cultural. En abril, ellos alojarán a los alumnos del instituto malagueño que viajarán a la ciudad alemana. Allí representarán una obra de teatro que prepararán con Juan Ángel.
Este docente lleva 30 años en el Emilio Prados, ha hecho 70 montajes y es uno de los profesores más dispuestos a meterse en berenjenales como este. "Para mí la escuela es un pretexto para hacer cosas interesantes con los chicos", explica. Hans confirma que "sin idealismo" estas iniciativas no funcionan. "Hace falta gente inquieta. Profesores y alumnos", aclara.
Scarlet Martín es una adolescente inquieta. Dice que ha venido a Málaga "a aprender español y a buscar nuevas experiencias que no tengo en Alemania". Es la que mejor habla el idioma, pero lo suyo tiene truco. Sus abuelos maternos son emigrantes españoles. "Tengo interés por saber cómo se vive en España. Aquí me siento bien, la gente es amable", relata.
La profesora sigue con su clase y a medida que pasa el tiempo los chicos se van desinhibiendo. Nadie las cuenta, pero seguro que han aprendido más palabras que hincando los codos delante de un libro. Hans añade que además este tipo de iniciativas son un freno a la violencia en las aulas "porque la persona que baila o hace arte no es violenta".
Juan Ángel no sólo ha acercado a adolescentes alemanes y españoles con este proyecto. También ha conseguido involucrar a los padres de los chicos malagueños que el sábado pusieron en escena una obra en el instituto. Se ríe porque tuvieron que adelantar la hora de la representación por el partido Madrid-Barca. Algunos alumnos alemanes toman nota de este rasgo cultural español: las citas futbolísticas aquí son sagradas.
El aprendizaje es permanente. "Teatro, español, relaciones personales, valores... Hay algunos chicos que nunca han salido de Málaga y que en abril se van a meter unos días a convivir con una familia alemana", se entusiasma Juan Ángel. Por la noche, todos chavales -los que aquí y los de allí- se mezclan en una salida nocturna que concluye a hora prudente. Aprovechan el buen clima. Y es que aunque a los malagueños nos parezca que ha llegado el frío, Hans cuenta que cuando ellos salieron de Alemania, allí estaba nevando.
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