Málaga

El 'manicomio' más polémico

  • El Circo de los Horrores se defiende de las asociaciones de enfermos mentales, que ven "aberrante" su obra

Ni bufones, ni trovadores, ni aristócratas, ni carromatos poblados por leones, ni tampoco payasos entrañables. La atmósfera mágica llena de fantasía, en la que trapecistas y adiestradores de animales salvajes adoptan el papel protagonista, se aleja del nuevo concepto que el Circo de los Horrores pretende imponer con su show, 'Manicomio'. Y lo hace con una particularidad: el voto en contra de los colectivos de enfermos mentales, cuyos portavoces han pedido su retirada por considerar que la obra lesiona "el honor, la dignidad y el respeto" de personas que padecen patologías de este tipo.

El presidente de la asociación de familiares de enfermos esquizofrénicos (Afenes), Miguel Acosta, cree que es ofensivo el contenido del folleto informativo del espectáculo y, para justificarlo, alude "a la cantidad de barbaridades y palabras malsonantes" que, desde su punto de vista, "atentan contra estos pacientes". Ejemplo de ello, expresa, es la presentación que el circo hace del evento en su web, donde el manicomio sobre el que gira la trama se define como "un espacio siniestro y de alto riesgo en el que conviven psicóticos y perturbados mentales". Asimismo, se refiere a la descripción de los personajes, que califica de "aberrante": "acróbatas esquizofrénicos compulsivos, malabaristas ludópatas, enfermeras bipolares, ilusionistas paranoicos y trapecistas catatónicos".

Términos que, en palabras de Suso Silva, creador del espectáculo, se emplean también en otros contextos e incluso en el cine: "Quitemos entonces películas que llevan la palabra psicópata en el título", ironizó. Según recalcó, el Circo de los Horrores surge para resaltar la importancia de que la gente "se vuelva un poco loca". "Queremos transmitir la necesidad imperiosa de evadirnos, de apagar las noticias y de inundarnos de la sana locura, dejando la psicosis del exterior. Tratamos el tema de un modo banal. Sentimos las molestias causadas, pero es ficción; no tiene nada que ver con la realidad", defendió.

Sin embargo, los argumentos de Silva no parecen convencer al portavoz de Afenes: "Estamos contemplando la posibilidad de demandarles, porque hay indicios de que se están maltratando los derechos de los enfermos".

La obra, que está ambientada en un psiquiátrico del siglo XIX, da comienzo con una voz femenina de fondo que anuncia que la historia que se va a contar es "ficticia y que se aleja de la realidad". Después, añade que las personas con problemas mentales "tienen un proyecto de vida como cualquier otra" y que la compañía organizadora manifiesta su rechazo ante la "estigmatización" de estas dolencias.

A renglón seguido, entra en escena la "gobernanta" del manicomio, que avisa a "enfermos majaras y desquiciados" de que deben despedirse de sus familiares y acudir a la sala de terapia "de manera ordenada y en silencio". Para ello, advierte siguiendo el guión, se cerrarán las puertas del centro con el fin de que "nadie pueda abandonarlo bajo ningún concepto". El primero de los múltiples contactos con los asistentes llega al preguntarles si están convencidos de querer pasar las próximas dos horas, tiempo que dura el espectáculo, "rodeados de dementes".

La oscuridad se alterna con luces tenebrosas mientras que varios de los 40 personajes que participan en el show se esconden para asustar a los espectadores. Otros se pasean a sus anchas por las gradas, como es el caso de un hombre atrapado en una camisa de fuerza o el de una enfermera que luce una jeringuilla en la boca para mostrar que puede atravesarse el labio sin sentir dolor.

Curiosa es también la presencia de Nosferatu en una silla eléctrica, donde finge su propia ejecución. Es el protagonista, al que los organizadores definen como "el chiflado e insentato mayor del reino". A modo de bienvenida, presenta a sus "perturbados", que no están "tan locos como se cree y que no son tan diferentes".

Pese al éxito que la obra está cosechando, como evidencia el hecho de que el jueves, día oficial del estreno, se agotaran las entradas, el coordinador autonómico de Salud Mental, Rafael del Pino, también ha expresado su indignación por las connotaciones del espectáculo: "Siento vergüenza de una sociedad cobarde y cruel, incapaz de reflexionar sobre los tópicos que seguimos manteniendo, en este caso sobre los enfermos mentales".

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