Así se conocen los partos en un coche, con matronas improvisadas y sin epidural
Esta forma de venir al mundo toma el nombre por sus siglas en inglés, que significa "nacido antes de la llegada"
La última 'práctica' de la agente Sofía: el caso del bebé con prisas que nació en un coche en Marbella

El del pequeño Damián, un bebé ucraniano con ganas de llegar al mundo cuanto antes, fue un parto de película en mitad de la noche. Lo hizo con la ayuda de tres policías de Marbella, que patrullaban de noche la avenida Severo Ochoa, una de las arterias principales de la ciudad. Dar a luz antes de llegar al hospital tiene un nombre: Bith Before Arrival, llamado así por sus siglas en inglés BBA. Ocurre cuando el proceso de la dilatación se acelera de tal modo que el bebé nace en casa, en la bañera del hogar, en el coche.
Este tipo de partos, por lo general, transcurren sin problemas tras un proceso de dilatación rápido, donde la madre y quienes la acompañan mantienen la calma necesaria para que el pequeño salga al mundo extra uterino.
Toda mujer que haya alumbrado a un bebé sabe bien que el proceso cuenta con una fase bastante dolorosa, pero, en estos casos, la mamá suele pasar por las fases de dilatación, con sus contracciones incluidas hasta llegar al expulsivo de su pequeño de la forma más tranquila y placentera posible, y sin ningún tipo de anestesia.
En el último caso registrado en Marbella los agentes asistieron, in extremis, a la parturienta, en el asiento trasero de su coche, a sólo unos metros de un hospital. El servicio humanitario fue para Sofía, que viste el uniforme de la Policía Nacional desde hace dos años, el colofón a su periodo de prácticas. "Tratamos casi con lo peor y esto es lo más bonito que puede pasar, traer una vida. Me voy por todo lo alto", expresaba en declaraciones a este periódico aún emocionada.
Eran las 2 de la madrugada cuando los policías se percataron de que un hombre, "alterado, entrando y saliendo del hospital", estaba en apuros. No hablaba español y, a través de señas, se afanaba en hacerse entender. "Lo oímos decir: 'Mi mujer, mi mujer'. No tuvo que explicar mucho más", relataba Sofía, que tiene 27 años. Al contemplar la escena, tomaron las riendas. En la parte de atrás de un vehículo estaba su pareja, a punto de dar a luz. La cabeza del bebé ya salía. Prácticamente fuera del vientre materno, ya no había tiempo para trasladar a la mujer al hospital. Había que actuar en un angosto espacio. Y también que improvisar.
Los efectivos, pertenecientes al Grupo de Atención al Ciudadano (GAC), se repartieron las tareas. Uno de ellos, padre de dos hijos -y ducho en la materia- se hizo con unos empapadores que tenía en el vehículo oficial. Sofía, mientras tanto, intentaba tranquilizar a la parturienta, a la que no soltó de la mano hasta que su hijo asomó. El tercero de los agentes se apresuró a llamar a los sanitarios. Sólo ellos podían cortar el cordón umbilical. Habían transcurrido, apenas "uno o dos minutos", pero la espera de la ambulancia se hizo eterna. "Posiblemente no tardaron, pero se hizo larguísimo. Creo que ni pensábamos; sólo queríamos que todo saliera bien", reconoce la policía.
Fue así como mientras unos de los policías auxiliaban el parto dando pautas en inglés a un lado del vehículo, otro animaba a la mujer a controlar la respiración y a empujar con la llegada de las contracciones. Con sus manos colaboraron en el expulsivo del bebé, que rompió a llorar cuando llegó al mundo. Los policías ayudaron a la madre a bajar de su vehículo, aún dolorida, para conducirla hasta el hospital cercano.
En la academia los formaron para asistir un parto, pero la realidad iba más allá de aquellas lecciones. "Estoy de prácticas y fue mi último servicio; así acabé la etapa", cuenta Sofía. Aún restaban unas horas para dejar la comisaría marbellí y hubo más actuaciones que resolver, pero ninguna "tan increíble". "Esto ha sido lo mejor que nos ha podido pasar", admitía. A su hoja de servicios ha añadido uno, esta vez como matrona accidental.
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