Un paraje demonizado por los mosquitos

La Junta ha puesto en marcha una serie de medidas para contribuir a la lucha contra las plagas, aunque insiste en que no es el único foco

Un paraje demonizado por los mosquitos
Un paraje demonizado por los mosquitos

Málaga/Declarada como paraje natural en 1989, la desembocadura del río Guadalhorce es un enclave natural de enorme valor ornitológico que ha conseguido pervivir a la presión urbana sufrida entoda la franja costera y que alberga varias lagunas en lo que fue una enorme marisma donde el mar y el cauce fluvial confluían en un delta transformado con el paso de los siglos. Pero el espacio, que una amplia variedad de aves elige cada año como su hogar permanente o su lugar de cría, ha dejado en los últimos tiempos de representar para muchos un valioso papel ecológico para ser demonizado como supuesto foco de las plagas de mosquitos que los vecinos de la zona se quejan de sufrir en los últimos dos años.

Mosquitos siempre ha habido en el paraje. De hecho, en sus distintas fases constituyen la principal fuente de alimentación de algunas de las aves que viven en él y "sin ellos difícilmente se podría garantizar un equilibrio ecológico", aseguró el director conservador de este espacio, Manuel Rendón, que se prestó esta semana a guiar a este periódico por el entorno para comprobar in situ la realidad de la situación.

Y lo cierto es que todo parece estar tranquilo en estos momentos. A pesar del revuelo político generado en las últimas semanas a causa de los mosquitos. Los responsables del paraje natural y los agentes de medio ambiente encargados de velar diariamente por su conservación siguen trabajando mano a mano con los técnicos de los técnicos de la empresa Athisa Medio Ambiente, a la que el Ayuntamiento de Málaga le tiene encomendada la tarea de controlar las plagas en la ciudad, y en las visitas periódicas que se realizan cada dos semanas lo corroboran.

En las dos últimas inspecciones no se han encontrado larvas en ninguno de los treinta puntos de control establecidos dentro del paraje natural desde hace meses y que abarcan todo los humedales del interior de la isla. Los continuos tratamientos aplicados en las semanas previas, ayudados por las condiciones meteorológicas al no haber llovido, han contribuido a que la situación se estabilice.

Al no haber larvas, la presencia de mosquitos adultos ha bajado y, según el último informe de Athisa, su densidad dentro del paraje es baja. Así las cosas, Rendón cree que es lo momento de que este espacio recupere su imagen de espacio natural que ha perdido desde que las plagas de mosquitos en la zona han centrado el foco de la noticia en los últimos tiempos "No podemos olvidar que el paraje forma parte de una gran zona inundable, que discurre entre la playa de La Misericordia y el campamento Benítez, con nivel freático alto que ha sido transformada y modificada, pero que sigue conservando en parte su dinámica natural como foco de mosquitos", insistió. Pero eso no justifica, en su opinión, que todas las miradas apunten a él como causante del problema.

Prueba de ello es que aseguró que en el interior del paraje natural, además de la famosa especie de mosquito llamada de las marismas que causa dolorosas picaduras, hay otras especies que no forman plagas e incluso otros insectos similares en su aspecto como los llamados quironómidos, que forman auténticos enjambres y que, sin embargo, no pican. A veces, dijo Rendón, "puede llevar a la gente a creer que son mosquitos cuando son insectos totalmente inofensivos de los que se alimentan las aves que anidan en la zona".

Precisamente el último informe de Athisa, realizado esta misma semana, confirma que la población de quironómidos en el paraje es considerable y que en la inspección del martes se localizaron varias nubes de estos insectos.

"Nadie niega que hay mosquitos en el paraje", dijo el delegado territorial de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Adolfo Moreno, pero sí insistió en que el problema "hay que evaluarlo en su globalidad y no mirarlo como el único punto sino como uno más".

A pesar de remarcar que las competencias del control de plagas corresponde a los ayuntamientos, la Delegación Territorial de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio ha decidido contribuir también en esa lucha dentro del paraje y ha puesto en marcha una serie de actuaciones "siempre velando por la conservación del espacio natural y de las aves protegidas que alberga".

Una de las primeras medidas fue desbrozar la densa vegetación que había a lo largo del brazo derecho del río Guadalhorce, que linda con la urbanización de Guadalmar, y que podía servir de refugio para los ejemplares de mosquito adulto al tratarse de dominio público hidráulico.

Lo mismo, afirmó el delegado, se pretende hacer en el canal de pluviales de la margen izquierda del río, cercana a la urbanización de Sacaba Beach, para poner distancia al mosquito con respecto a las viviendas y población que se asientan en la zona.

También ha habido desbroces puntuales en el interior del paraje y sin afectar al medio. Especialmente en las zonas cercanas a las casetas de observación de la avifauna para evitar así posibles molestias por picaduras a los visitantes.

Pero, además, se ha atendido una de las demandas de los técnicos de Athisa para facilitar los accesos a la treintena de puntos que deben revisar periódicamente en las lagunas y que en algunos casos suponía tener que atravesar densa vegetación de más de un metro de altura hasta llegar a la orilla.

También estaba previsto desecar algunas de las charcas que se han formado de forma natural por las lluvias del invierno en algunos puntos y que podía favorecer la cría de mosquitos, aunque finalmente las altas temperaturas de las últimas semanas y la ausencia de precipitaciones han hecho ese trabajo por ahora.

Todo ello se seguirá complementando con los tratamientos larvicidas cada vez que se vea que el número de larvas haya aumentado. Pero tampoco se puede abusar de esta opción, según apuntó Antonio Tamayo, agente de medio ambiente encargado de la vigilancia de este espacio y que conoce como la palma de su mano desde que apenas era un niño. La razón es que puede afectar a las larvas de otras especies que crían en el agua y que constituyen el alimento de las aves que precisamente en esta época especialmente sensible que anidan en las lagunas.

El tratamiento consiste en aplicar un larvicida biológico que lleva una bacteria llamada bacillus thurigiensis, diluido en agua mediante pulverización en las orillas de las lagunas, ya que al tratarse de un espacio natural no está permitido aplicar los larvicidas en forma de pastillas efervescentes que se usan contra el mosquito en otros puntos de la ciudad y en los canales de pluviales del río Guadalhorce. Pero "no se puede abusar de ellos ni aplicarlo por sistema si no aparecen larvas", consideró, porque "debemos actuar pero sin afectar al medio".

Tampoco los responsables del paraje creen necesario la vigilancia diaria en el espacio como propone el Ayuntamiento de la capital, sobre todo, porque la el ciclo vital del mosquito de larva a adulto es de mínimo unos siete días con lo que resultaría suficiente para actuar a tiempo con los controles semanales o cada dos semanas que se están llevando a cabo desde el pasado octubre.

Ni siquiera los grandes conocedores de este entorno protegido como ellos tienen una explicación concreta de por qué en los últimos dos años se ha producido un repunte de los mosquitos en la zona. La salinización progresiva de los humedales, espacio idóneo para la proliferación de la especie de las marismas, y el hecho de que lo que hace unas décadas era una amplia zona agrícola se haya convertido en una barriada más de la ciudad tengan algo que ver.

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