Unicaja

Barreiro saca la cabeza

  • El gallego dio señales de vida con una notable actuación ante el Casademont

  • En las últimas semanas estaba “en un túnel”, como dijo Katsikaris

Jonathan Barreiro aplaude durante el partido ante el Casademont.

Jonathan Barreiro aplaude durante el partido ante el Casademont. / Marilú Báez

El partido ante el Casademont Zaragoza fue balsámico en general para el Unicaja, pero si hubo un jugador particular que recibió un baño de autoestima necesitado fue Jonathan Barreiro. Ante el equipo en el que se asentó en el profesionalismo, el gallego sacó la cabeza de un agujero en el que llevaba un tiempo. En sus primeros compases con el Unicaja había ofrecido destellos en Tenerife o en Vitoria con partidos sólidos. Sin descollar con números deslumbrantes, es un jugador que mete cemento y da empaque al equipo, es físico y aporta fuerza. Pero en las últimas semanas se hacía especialmente evidente que estaba “metido en un túnel”, como decía Fotis Katsikaris tras el duelo. El técnico griego no le había perdido la fe y siguió dándole confianza. Con minutos como tres últimamente, intentando colocarlo en estructuras de quinteto favorables, pero seguía en un perfil muy bajo.

Un “fichaje estratégico” se explicaba desde el club este verano, cuando de manera inesperada se pagó un traspaso al Casademont para su llegada en medio de inacción en la entidad y con la incertidumbre de una reducción de presupuesto que finalmente no fue muy significativa. Se le contrató hasta 2024 para fortificar ese esqueleto nacional por el que se había apostado. Ya entonces, no obstante, se veía que su encaje en la plantilla podía costar si permanecía, como así fue, el grueso del plantel, Carlos Suárez y Tim Abromaitis incluidos. Aunque puede jugar puntualmente como tres ante rivales concretos o en momentos puntuales como recurso táctico para cerrar el rebote, donde Barreiro brilló y elevó el listó en Zaragoza fue jugando como cuatro. Puede penetrar porque tiene buen manejo de balón ante pares de similares características, pero no es un jugador para crear desde el bote como se exige a los exteriores en el baloncesto moderno. Y fue como cuatro, a costa de los minutos que había tenido Carlos Suárez en las semanas anteriores, el puesto en el que el gallego se desenvolvió ante los maños. Es verdad que había bajas importantes enfrente, caso de Deon Thompson. Pero Barreiro hizo daño, con 17 puntos. Puede meter desde fuera, pero no es un tirador consistente, aún, para mantener esos tres triples que metió en muchos partidos. Ello infló sus estadísticas. Pero quizá, aunque le venga de perlas, no sea la anotación la faceta en la que Barreiro debe ser desequilibrante. Sucede que esa falta de protagonismo, esa necesidad de sentirse importante y el sentimiento lógico de querer justificar un fichaje y demostrar cosas había derivado en que no ofrecía lo que debe en el otro baloncesto.

“Sale de su túnel que se ha creado él solo. Estamos contentos con su actitud y la dureza que da al equipo. Le faltaba la confianza en el tiro. Como Tim, porque la manera que estamos jugando se intenta adaptar a las defensas rivales, que frenan a los exteriores y hay huecos para ellos. Ha recuperado su confianza porque le necesitamos. Cuando está y tiene confianza, estamos contentos. Tiene que seguir. Tiene buena mecánica de tiro pero no le salía en los partidos”, decía Katsikaris tras el partido ante el Casademont. No hay quejas de su actitud. “Lleva horas tirando, trabaja antes y después de cada entrenamiento”, testificaba el técnico griego. Sergio Scariolo, tras convocarle en la ventana de noviembre, le descartó para los dos partidos. “Le he visto un poquito bajo de moral, pero es un chaval estupendo, un buen jugador e irá hacia arriba”, argumentaba el entrenador italiano, que también detectó en pocas sesiones de trabajo que anímicamente no era el mejor momento de Barreiro, que en Málaga tiene un buen apoyo en su paisano Fran Vázquez, con el que coincidió en Zaragoza y del que vive muy cerca, próximo al Carpena. Hay que esperar continuidad en este nivel, o cercano, de rendimiento pero al menos alzó la mano antes de un partido trascendental como el del Valencia.

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