El pueblo de Málaga más fresquito donde el agua brota de las entrañas de la sierra creando un monumento natural único

Igualeja, el pueblo blanco que guarda el nacimiento del río Genal en plena Serranía de Ronda

Un enclave con naturaleza, historia y rutas que enamoran a los viajeros de interior

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Igualeja / José Medina

En el extremo occidental de la provincia de Málaga, escondido entre montañas de la Serranía de Ronda, se alza un pequeño pueblo blanco que custodia uno de los enclaves naturales más singulares de Andalucía. Hablamos de Igualeja, una localidad que no solo conserva la esencia de la vida serrana, sino que además guarda un tesoro en sus entrañas: el nacimiento del río Genal.

De esta surgencia, ubicada en una cavidad kárstica a escasos metros del núcleo urbano, brotan aguas cristalinas que recorren un fértil valle cubierto de castaños y nogales antes de unirse al río Guadiaro. Este entorno, siempre fresco y acompañado por el murmullo constante del agua, se ha convertido en un emblema paisajístico y en uno de los rincones más fotografiados de la comarca.

El nacimiento del río Genal: un espectáculo natural

El manantial de Igualeja impresiona tanto por su fuerza como por la belleza de su entorno. En verano, la iluminación nocturna resalta la roca y el agua, creando un escenario de gran atractivo. El frescor que se respira en la zona, junto con la vegetación y la sonoridad del río, ha marcado durante siglos la vida de este y de otros pueblos ribereños.

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El nacimiento se encuentra en una cueva que refleja la geología propia de la Serranía. Desde aquí, el Genal inicia un recorrido que da vida a un ecosistema único, donde conviven bosques, cultivos tradicionales y un rico patrimonio histórico.

Un pueblo con huella andalusí

El casco histórico de Igualeja conserva un trazado urbano heredado de su pasado andalusí. Sus calles, estrechas y en pendiente, se adaptan al accidentado terreno, creando un laberinto de rincones con encanto.

Una de las calles de Igualeja. / visitacostadelsol.com

Entre sus edificios destaca la iglesia de Santa Rosa de Lima, levantada sobre una antigua mezquita y consagrada en 1505. Su torre, inspirada en los antiguos alminares, mantiene viva la memoria arquitectónica de la época islámica. En su construcción participó el arzobispo Diego de Deza, figura clave en la España del siglo XVI.

Cuevas y senderos en plena naturaleza

El territorio de Igualeja esconde también un interesante mundo subterráneo. La cueva Excéntrica, que comienza con un pequeño lago, y la cueva de la Fuensanta son dos espacios muy valorados por los aficionados a la espeleología.

El municipio es punto de partida de once rutas de senderismo que discurren entre castaños, nogales y olivos centenarios, atravesando paisajes que cambian con cada estación. Para quienes buscan emociones fuertes, la vía ferrata de 30 metros ofrece una experiencia de turismo activo rodeada de panorámicas inigualables.

Muy cerca, a unos seis kilómetros, el Mirador de Igualeja regala vistas al valle del Genal, al Mediterráneo e incluso, en los días más claros, a las costas africanas.

Historia, tradiciones y entorno privilegiado

Durante el periodo andalusí, Igualeja formó parte de la cora de Takuranda. Tras la conquista cristiana, pasó al señorío del Infante Don Juan y posteriormente a la Corona. La tradición oral sostiene que su nombre proviene del reparto “por igual” de tierras entre colonos cristianos después de la expulsión de los moriscos.

La arquitectura popular, las casas encaladas y la artesanía en esparto forman parte de su identidad cultural. Octubre es un mes especial para la localidad, ya que marca el inicio de la recogida de la castaña, un fruto clave en la economía y la gastronomía del valle.

Situado entre las sierrasBlanca y Bermeja y a pocos kilómetros del Parque Natural de la Sierra de las Nieves, Igualeja ofrece una localización estratégica para adentrarse en la naturaleza. Su conexión con otros pueblos de la zona, como Júzcar, Parauta o Pujerra, refuerza su papel como puerta de entrada al valle del Genal.

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