Málaga

Heladería Inma, la fiebre del 50% en su último día de la temporada

Colas en la puerta y calles aledañas a Heladería Inma.

Colas en la puerta y calles aledañas a Heladería Inma. / C. F.

En sus taburetes plegables, Lourdes y su hija Sonia esperan con paciencia a que les toque el turno en la heladería Inma, en el popular barrio de Las Delicias. Llegaron a las 9:20, casi dos horas antes de que el famoso establecimiento abriera sus puertas. Pero 119 personas se le adelantaron, por lo que cuatro horas después no habían sido atendidas.

La fiebre del 50% en el último día de la temporada veraniega cumplió el rito anual también este 12 de octubre. Más de cuatrocientas personas solicitaron la vez para poder comprar el manjar dulce de esta veterana heladería y guardarlo con celo en el congelador para disfrutarlo poco a poco a cucharadas. Hasta el próximo marzo no volverá a abrir sus puertas y esta despedida masiva es ya una tradición. 

"He escuchado que han hecho 2.000 litros de helado para hoy", explicaba Sonia. Si lo venden todo, como es de prever y antes incluso de que llegue su hora de cierre, recaudarán una buena suma para afrontar los cinco meses de cierre. Por estar a la mitad de precio, el litro este miércoles costaba 7,25 euros todos los sabores, salvo el de piñones, a 8,75 euros. 

Helados en una de las vitrinas del establecimiento. Helados en una de las vitrinas del establecimiento.

Helados en una de las vitrinas del establecimiento. / C. F.

"Todos los años, a las cinco de la mañana, llega una mujer que empieza a dar turnos a los que llegan, aunque hoy se le ha adelantado un chico, que estaba aquí ya a las 3:30 de la madrugada", comentaban madre e hija. Sobre esos turnos de llegada, un cuarto de hora antes de abrir, los empleados de Inma van entregando los "números oficiales". Para los que llegaban poco antes de la hora del almuerzo, la máquina ya había dado cuatro vueltas entre el 00 y el 99. "De una sola tacada han repartido 300 papelitos", decían. 

También la compra tenía este miércoles sus reglas. Los clientes se podían llevar ocho litros como máximo por persona y dos litros del mismo sabor. "Por eso vengo con mi hija, porque nos queremos llevar cuatro litros de leche de búfala, que nos encanta", apuntaba Lourdes. Por si llegaban al mostrador y su sabor favorito ya se había acabado, "hay que tener un plan b". El de piñones y el Kinder Bueno también estaban entre sus preferencias. 

"Están muy buenos, tiene un sabor increíble y mucha consistencia, yo creo que tienen tanto éxito porque solo tienen una heladería y no comparten su receta", consideraban. "Aquí están buenos todos los sabores", agregaba Antonio, con el turno 222. Un cliente que se cansó de esperar, sin embargo, le cedió su papeleta y le hizo adelantar un centenar de puestos. "Hay que hacer hueco en el congelador para este día", señalaba Antonio, con mucho criterio mientras se veían a clientes salir con bolsas llenas de envases de corcho blanco. 

Una decena de personas atienden a la gran cantidad de clientes que esperan. Una decena de personas atienden a la gran cantidad de clientes que esperan.

Una decena de personas atienden a la gran cantidad de clientes que esperan. / C. F.

En el interior, una decena de trabajadores despachaba paletadas de helado cremoso a destajo. "Mi mujer ha venido a las 8:00, ha cogido en número y se ha ido a desayunar, a esa hora ya había un centenar de personas esperando", comentaba José. "Compraremos seis litros", señaló. Pastel de mascarpone es su favorito y chocopistacho el de su mujer. También le gusta el de tocino de cielo, el de tarta de la abuela... "La nata es un espectáculo", opinaba Sergio. "Si vienes a la 13:00 a penas quedan restos", aseguraban los clientes. 

Desde Fuengirola, nada menos, llegó la hija de Fina con su pequeño Martín de 5 años. "Mi hija no come otro helado que no sea de Inma", comenta Fina. Durante los meses de apertura, todas las semanas se pasa a llevarse su ración semanal, aunque esté a unos 27 kilómetros de distancia de su casa. Lo que no imaginaba era la inmensa cola del último día.

Junto a su abuela, Martín esperaba su helado de chocolate sin parar de moverse en el asiento del copiloto. "Nos quedan aquí por lo menos dos horas, pierdes el día de descanso en esta cola, creo que deberían de organizarlo de otra manera", sostenía Fina. "Bueno es una experiencia más, aunque no creo que repitamos, preferimos pagar más", añadía.

En primavera, Inma volverá a abrir sus puertas y sus helados artesanos seguirán siendo, como desde hace cincuenta años, ese placer indiscutible para muchos de sus fieles. 

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