La bulliciosa vida de la calle que sustituyó a la muralla

Málaga ayer y hoy

Calle Atarazanas: La zona surgió sobre el arenal que se fue conformando junto a las antiguas atarazanas y que se transformó con la construcción del mercado que lleva el mismo nombre

La bulliciosa vida de la calle que sustituyó a la muralla
La bulliciosa vida de la calle que sustituyó a la muralla / Archivo Municipal De Málaga

En el arenal que existía delante de la muralla de Málaga, junto a las atarazanas, después de la conquista castellana en 1487, se formó un barrio de modestas casuchas de carácter portuario, configurado como un lugar propicio para la picaresca, conocido como Isla de Arriarán por el nombre del propietario del terreno y que aparece mencionado por Cervantes en El Quijote.

La calle principal de la zona debe su nombre precisamente a las atarazanas medievales, que estaban situadas en el frente de la muralla urbana que daba al mar, frente al playazo, y era un lugar en el que se construían y reparaban las embarcaciones. Formaba parte, por tanto, del recinto defensivo y estaba ubicada en un punto estratégico. Según el historiador Víctor Heredia, la calle se formó en el siglo XVIII cuando "la línea de playa se fue retirando por la aportación de tierra que traían las inundaciones, cada vez más frecuentes, del río Guadalmedina". En las décadas finales de ese siglo se parcelaron esos terrenos como un nuevo espacio para la expansión urbana y se fueron construyendo manzanas de edificios y se fueron conformando las nuevas calles y el paseo de la Alameda.

Pero su verdadera transformación se produjo, cuando Heredia explicó que la Junta Revolucionaria de 1868 "quiso convertir en realidad la vieja aspiración municipal de centralizar el abastecimiento alimentario minorista en una plaza de abastos situada en las atarazanas", proyecto cuyas primeras referencias se remontan a 1842. Finalmente derribadas en 1870, el arquitecto Joaquín de Rucoba diseñó en su lugar un mercado de abastos que quedó terminado entre 1876 y 1879, y que integró en su potente estructura metálica de estilo neoárabe la portada principal nazarí del antiguo recinto.

En la postguerra era, según el experto, "una vía llena de movimiento en torno al mercado, la compra y venta de alimentos, y la llegada y salida de viajeros hacia los pueblos, con un ambiente de cosarios y tratantes". La bulliciosa vida de la zona se debía en gran medida a que en la esquina con la plaza de Arriola había una parada de carruajes y de carros de mano y con el tiempo dieron paso a los grandes camiones de viajeros. Era una especie de centro de transporte, con las oficinas de los ferrocarriles en un extremo, las paradas de autobuses a lo largo de la calle y las paradas de carruajes y carros de mano cerca del Hoyo de Esparteros. Es la razón por la que en sus alrededores abundaban mesones, tabernas y casas de comidas.

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