El consumo de cocaína continúa su escalada y se duplica en una década

La adicción a las drogas multiplica los problemas judiciales ya que muchos consumidores de estupefacientes 'trapichean' con estas sustancias, cometen hurtos o roban para costeárselas

Un joven en tratamiento trabaja en el taller de carpintería del Centro Provincial de Dependencias de la Diputación.
Un joven en tratamiento trabaja en el taller de carpintería del Centro Provincial de Dependencias de la Diputación.

La heroína baja, las drogas de diseño aumentan y la cocaína se mantienen como la sustancia más consumida. Ése es el panorama que se desprende de los adictos que acuden a desengancharse al Centro Provincial de Drogodependencia de la Diputación (CPD). Según los datos del CPD, puede inferirse que el consumo de cocaína en la provincia se ha duplicado en menos de una década. Por ejemplo, en 2003, sólo en el centro de Granja de Suárez había 64 jóvenes en tratamiento por consumir esta sustancia. En lo que va de 2011 ya hay 115.

El CPD inició su andadura hace 25 años. Desde entonces, el perfil del adicto ha dado un vuelco radical. De los yonquis que se inyectaban heroína se ha pasado ahora a los adictos al chiné, un revuelto de heroína y cocaína que se inhala. En total, en todos los centros de desintoxicación de la Diputación hay en la actualidad 227 personas en tratamiento por su adicción a la hero-cocaína y otras 222 por su dependencia de la cocaína. Otras 82 por su adicción al alcohol, 79 por consumo de cannabis, 19 de tranquilizantes, 14 de tabaco y uno por juego. El perfil del demandante de tratamiento es el de un varón, consumidor de cocaína o chiné, de casi 38 años y que se inició a los 21. En el caso del alcohol, el debut se produce a los 16 años y en el del cannabis, a los 14. Los más jóvenes en pedir tratamiento son los enganchados al cannabis. Los que llegan con mayor edad, los adictos al tabaco y al alcohol. Los que más recaen son, paradójicamente, los que tienen adicción tabáquica.

"Según la Organización Mundial de la Salud, la adicción es una enfermedad crónica y recidivante (en la que hay recaídas). Nuestro objetivo es que no recaigan y que si lo hacen, esa recaída dure el menor tiempo posible", explica el director del CPD, Juan Jesús Ruiz. Los usuarios del centro son mayoritariamente hombres (85%). Ruiz cree que en los próximos años habrá un incremento de las adicciones en mujeres porque estima que se producirá un fenómeno social similar al del consumo del tabaco, que ha aumentado entre el sexo femenino. El tiempo que llevan enganchados hasta que acuden al CPD -incluyendo los periodos de desintoxicación y posteriores recaídas- no es poco. Diecinueve años en el caso de la hero-cocaína, más de 12 en la cocaína, 16 en el alcohol y 6,5 en el cannabis.

En general, los demandantes de tratamiento no tienen mucha cualificación. Más de la mitad (54%) apenas cuentan con estudios primarios o inferiores. Esa escasa formación ha contribuido a que sean especialmente castigado por la crisis. En 2007, el 35% de los usuarios del CPD tenía trabajo, un porcentaje que en 2010 se había reducido a un 18%. El director del centro aporta otro dato significativo. Solo el 10% de los usuarios tenía problemas judiciales antes de iniciarse en el consumo de estupefacientes. Pero a partir del debut con las drogas, los conflictos con la Justicia se multiplican hasta llegar al 64%. La razón es que muchos trapichean estupefacientes, roban o cometen hurtos para poder costearse su adicción. El gasto en sustancias adictivas varía según cada droga y cada persona, pero Ruiz es muy gráfico: "Se gastan todo lo que tengan".

La proporción de los que tienen constituida una familia propia (38%) y de los que viven con su familia de origen (37%) es similar. Pero en todo caso, su dependencia es detonante de conflictividad en el núcleo familiar. El CPD desarrolla cinco talleres ocupacionales y además ofrece becas y asesoramiento jurídico a sus usuarios para que logren salir del bache en el que han caído a causa de la droga. Macarena Barrientos, trabajadora social encargada del taller sociocultural, aclara que estas actividades "son una herramienta para trabajar objetivos terapéuticos". Los usuarios son atendidos por equipos formados por médicos, psicólogos y trabajadores sociales. Ricardo asiste a un taller para avanzar en el uso del ordenador. Confiesa que se ha metido "de todas las drogas". Ahora lleva un año intentando salir adelante sin ellas. Noemí era adicta al chiné. "Ya estoy libre y superbien", asegura.

José Gómez, monitor del taller de carpintería, muestra los trabajos de sus alumnos. Entre ellos, los cabeceros para una cama que un usuario está haciendo para sus hijos. Al lado, un mueble secretero labrado por otro de los jóvenes en tratamiento y cuyo dibujo parece nacido de las manos de un experto ebanista.

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