Unicaja

Exilio que refuerza la credibilidad en este Unicaja

La plantilla se conjura

La plantilla se conjura / ACB PHOTO

No hay predilección precisamente en el seno del Unicaja a este exilio de noviembre, ya habitual en la agenda de Los Guindos, volverá a aparecer en 2024 tras confirmarse que Málaga volverá a albergar las Finales de la Copa Davis. Finalizada la semana de tenis, y un Carpena que necesitará labores de recogida, el Unicaja retomará próximamente la normalidad en el Palacio de los Deportes. Momento de hacer balance de lo realizado en estas tres semanas, desde el Unicaja-Peristeri del 7 de noviembre y una cuesta empinada que se iniciaba. Inmerso en la tensión, exigencia por competir lejos de Málaga durante tanto tiempo, victorias en ACB que cada vez son más caras y un nivel de solidez en los malagueños que no había alcanzado su excelencia. Girona, Real Madrid y Bilbao. Tres maravillas construidas, salvo ese pinchazo de Le Mans en BCL, que dan otro extra de credibilidad a este Unicaja. Hay puntos a mejorar, y siempre es necesario ese mensaje para mantener esa exigencia, pero estar en el contexto actual es oro. Segundos en ACB, pero sobre todo recuperando ese alma competitiva, que quizá se adoleció a principio de temporada, mostrando paralelismos con su predecesor. El Unicaja ya está en su ritmo, y así queda constatado con estas siete victorias seguidas en Liga, destreza que sigue su curso y unos picos de baloncesto que fueron, por momentos, sublimes en estos partidos.

Cierto que hubo lagunas, la más evidente ese tercer cuarto en Bilbao. Pero se está en noviembre aún, y ese exceso en hacer maletas, viajes, y porque es la reacción lógica del jugador ante el cansancio. Ya avisó Ibon Navarro en la previa que el equipo estaba cerca de la pájara, más peso en la balanza tienen esos veinte minutos que esos quince siguientes, que por otra parte fueron pobres. Se acusó esa fatiga, pero se terminó ganando por 43-67. No habrá muchos equipos que ganen en Miribilla de esa renta. No obstante, sí resulta más revisable que al Unicaja le costó entrar en Fontajau, WiZink y Le Mans. El tener ese respeto en el rival es palpable, para el resto de equipos jugar ante el Unicaja es un partido de gran cartel, como pudo demostrar el entrenador del Le Mans, Elric Delord, al decir que "había una posibilidad entre mil de ganar al Unicaja". Palabras que son extrapolables a una mayoría de entrenadores. Al conjunto malagueño se le mira con especial deseo, factor que también juega. En esas dificultades, hubo capacidad para remontar 17 puntos en Girona y 21 ante el Real Madrid, que esa victoria en el WiZink merece capítulo aparte, no por su magnitud, hito que no se alcanzaba desde hace una década, sino la capacidad que tuvo el Unicaja de mirar a la cara al campeón de Europa. Solo con esa muestra de fortaleza, ya se habría rentabilizado el viaje.

Esos momentos de éxtasis ante los de Chus Mateo y la primera mitad de Miribilla tienen su jugo, fases de partidos, bien diferenciados ambos, que servirán a Ibon Navarro y su cuerpo técnico para seguir dando pasos. La regularidad como bloque debería producirse de forma natural. En lo individual tras estas semanas hay notas positivas. Se ve a un Kameron Taylor más adaptado en ese encaje, jugador crecido en escenarios adversos e instantes de partidos donde se requiere precisión; con más frescura y rapidez en Alberto Díaz, esfuerzos cada vez más fluidos o un Tyler Kalinoski que va acercándose a su acierto, teniendo impacto en tres de los cuatro partidos que se jugaron en este exilio. El fortalecimiento es sobre todo grupal, esfuerzos que se saben administrar, y una inteligencia, como aludía Ibon Navarro en estas semanas, para saber qué se requiere para ganar los partidos. Para mantener esa línea ascendente ahora es necesario un descanso. No habrá partido de BCL esta semana, sí unos días para refrescar, también sacar pecho por lo obtenido, pero que sirva de estímulo para seguir mutando. La credibilidad está por las nubes. Puro deleite.

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